No importan cuántos tenga, siempre creo que necesito un par más.
Cada temporada me pasa lo mismo. Saco del baúl esos zapatos que no veía hace tiempo, los limpio, los analizo y empiezo a pensar en qué nuevo par será necesario para esta estación. Color, forma, tamaño del taco; analizo todos los detalles antes de tomar una decisión. Porque invertir en zapatos no es como comprarse unos calcetines.
Luego, empiezo a vitrinear, tratando de encontrar lo más parecido a lo que tenía en mente. Cuando finalmente los veo y creo que me calzan perfecto, no lo pienso dos veces. No me importa el precio, ni el dolor que ese taco pueda causarle a mis pies, me los compro en el acto. Y si por A, B, o C llego a no hacerlo, me cuesta un mundo sacármelos de la cabeza. Por eso, he tratado de no repetir dicha conducta; por algo el destino quiso que me topara con ellos…o no??
Cuando ya están por fin en mis pies, me olvido de querer un nuevo par, pero sólo por unas semanas. Lamentablemente, llega un momento en que digo: “ahora necesito en otro color” y empieza todo el proceso de nuevo.
¿Cuál es tu obsesión?