Tu amigo. Sí, ese amigo incondicional, el mejor de los mejores, el que te apaña en todo y te complementa en las locuras y estupideces que se te ocurren. El que te llama para saber cómo estás sin importar la hora ni el lugar; aquel que te da el consejo justo y te anima a continuar. Sí, ese mismo que está tan lindo que a ratos te pierdes en esa delgada barrera entre la amistad y el amor. La verdad es que no sé si esto es común que pase, pero de que hay casos, hay casos. Y es que tener buena química con alguien no es algo que se encuentre en cualquier parte (o con cualquier persona), por lo que cuando encuentras a tu partner, es difícil no entablar una relación profunda.
El punto es, ¿cuán profunda puede llegar a ser esa relación? ¿Es sano jugar con en ese límite en el que se confunde lo que se siente y cómo se siente?
Debo reconocer que soy una creyente de las relaciones de amistad entre hombres y mujeres. No me vengan con esas tonteras de que no se puede ser amigo con alguien del sexo opuesto porque lo he vivido y es real (aunque la ciencia diga lo contrario). Esto no quiere decir que no podamos encontrar rico a nuestro mejor amigo, el punto es tomar una opción al respecto. Porque jugar con los sentimientos es lo peor.
Y ¿qué pasa si te enamoraste? ¡Uf! Gran dilema. Porque muchas veces las amistades son tan fuertes que es muy probable que tengas miedo a decir “me gustas más de la cuenta” y tirar a la basura años de buena onda y compañerismo, ¿no? Pero ¡no hay de qué preocuparse! Porque cuando la amistad es de verdad, genuina y abierta, ser sincero es lo más importante.
Lo peor que te puede pasar es que tu amigo te diga que él no siente lo mismo por ti, pero esa amistad que tienen puede seguir creciendo en esos términos, en los de ser amigos de verdad. Quizás, después de nuestra revelación existan unos primeros momentos incómodos (los hombres también son difíciles de entender), pero si dejamos que todo fluya, es probable que la relación tome la dirección que siempre tuvo.
Pero también puede existir la opción de que le gustes a tu amigo, en serio, y esa química maravillosa que crece día a día se transforme en una linda relación. Ahí hay que aprovechar el impulso y probar qué pasa.
Punto a parte a la idea de que “el sexo entre amigos fortalece la amistad”. ¿Quién dice que se pierde algo con intentarlo? (dejo la idea para que vuele su imaginación, chiquillas).
Lo importante en este asunto es que siempre seamos sinceras, con nosotras mismas y con el otro. Porque si somos amigos nos debemos respeto y cariño, y eso va más allá de cualquier sentimiento. En realidad, ese es el verdadero valor de todas las relaciones.
Una nunca sabe lo que puede suceder, por eso es mejor hablarlo, decir lo que se siente. Si no, pregúntenme a mí, que pololee 11 años con mi mejor amigo (¡amigo al que le presenté su primera polola, ojo!). Y aunque ahora hayamos decidido caminar por rumbos diferentes, esa energía de la buena amistad siempre está presente entre nosotros. Pura buena onda.
Y tú ¿te enamoraste de tu mejor amigo?
Foto vía TheRollingPicture.