La historia es un poco larga así que haré mi mayor esfuerzo por resumirla sin comprometer a nadie. Años atrás conocí a un chico e inmediatamente me gustó. Como no es de extrañar, él ni me miraba, o sea, la típica historia. Pasó el tiempo y mi fijación platónica a larga distancia por él seguía, hasta que un día apareció otro hombre en la historia que me distrajo de mi ensoñación. Durante esta relación el destino pensó que sería divertido juntarme con mi ex amor platónico de forma amistosa, encontrándomelo en fiestas, juntas de amigos e incluso la calle. De la nada empezamos a tener contacto, era un tanto coqueto pero no accedí a nada pues yo ya lo habia superado gracias a que mi pareja de ese entonces me hacía feliz.
Para hacer el cuento corto, cuando terminé mi relación me di cuenta de que estaba libre y ¿disponible? Si, lo estaba, pero solo había un único problema: chico platónico ya no causaba el mismo efecto en mí. Empezamos a hablar e incluso a llevarnos bien: de la noche a la mañana el chico que me robaba el sueño se encontraba al otro lado de mi computador chateando conmigo y hablándome de cualquier cosa. Durante este tiempo me fui dando cuenta de que no se asemejaba en nada a lo que había pensado. La imagen romántica y encantadora que tenía de él lentamente fue mutando, convenciéndome de fue más que todo, fantasía.
Pero como esta es una publicación femenina no podría quedar exento el innecesario drama y la sobre-exageración. A medida que fuimos hablando sobre relaciones amorosas me percaté de que algo llamado celos estaba surgiendo en mí. Me detuve y pensé ¿Qué pasó?, se supone que a ti no te pasa nada con este chico, entonces ¿por qué te sientes así? Después de días de especulación no concluí nada. No fue hasta que una amiga mencionó una sencilla palabra que entendí que era lo que pasaba: Niñas, mi chico y yo estábamos en la Friendzone.
¿Friendozone? ¿Qué es eso?, ¿Qué significa ese extraño término que usa el canal MTV para uno de sus programas? Tras una exhaustiva investigación periodística (osea, ver el programa) entendí que era. Se trata del estado mental-interpersonal al que puede llegar una pareja cuando su relación no es amorosa sino... amistosa, cosa que en la mayoría de las ocasiones no se puede revertir. Y eso era exactamente lo que me estaba pasando. Lo que en un momento fue amor a distancia y luego coquetería juguetona ahora eran solo conversaciones informales entre dos personas que se llevaban bien, nada más. Qué duro, ese golpe de realidad fue lo que hirió mi pequeño orgullo femenino. Es imposible estar celosa si no sientes algo por alguien; lo que a mí me pasaba era que estaba molesta al saber que la posibilidad de tener algo real ya no existía y - lo peor de todo -, que había pasado frente a mi propia nariz por mis propios méritos pero sin mi autorización.
Y tú, ¿has caído en la Friendzone?