El reciente caso del futbolista Kike Acuña, acusado nuevamente de violencia intrafamiliar contra su esposa, la popular modelo Roxana Muñoz, nos recuerda (de la peor forma) que la violencia de género es un tema que aún continúa pendiente en nuestra sociedad.
Es cosa de analizarlo: en lo que va de este año, ya han ocurrido 7 femicidios en Chile, lo que arroja una no muy positiva proyección para lo que queda del 2014. Por otra parte, ¿cuántas veces hemos visto en los medios de comunicación, escenas de abusos como pan de cada día? ¿Y qué decir de las campañas publicitarias donde se nos muestra como objeto sexual? ¿Y los agarrones en la calle?
Los agarrones y la idea de mujer como objeto son sólo una muestra de esa violencia que en cualquier minuto puede generarse al interior del hogar, como pasó en el caso de Roxana. Y esta larga lista me hace pensar que las agresiones hacia nuestro género siguen en pie firme y que, lamentablemente, las hemos naturalizado, tomándolas como algo normal.
Lo digo porque muchas veces pensamos que la violencia es sólo de tipo físico y ese pensamiento constituye un grave error. Sí, porque este problema incluye agresiones de tipo sexual, insultos, gritos, humillaciones e intimidaciones, además de privaciones de tipo económico. Asimismo, muchas veces creemos que si padecemos de violencia es por nuestra culpa, ya sea por provocar, insinuar o no obedecer. Y en este camino es mucho lo que nos resta por hacer.
Es importante que todas las mujeres estemos conscientes de que eliminar la violencia de género no depende sólo de nosotras, sino que de toda la sociedad. Es deber de todo/a ciudadano/a denunciarla y repudiar los actos que vayan en esa línea. Por eso, si conoces algún caso, acércate y presta apoyo. Talvez de esta manera podamos, de una vez por todas, contribuir a ponerle punto final a este serio problema en nuestro país.