Una lluviosa tarde de otoño. Un hermoso parque o patio lleno de plantas y flores. Un viento suave y abrazador. Hojas secas regadas por todos lados. Y tierra mojada. Mucha tierra mojada.
Creo que acabo de describir una de las escenas más sublimes para mí y para muchos. Y digo "muchos" porque realmente no conozco a nadie a quien no le guste el olor a tierra mojada. Esa delicia penetrante que es absolutamente sublime y que nos rememora a nuestros primeros días de existencia, es quizás una de las mejores cosas que nos da la naturaleza… ¡y de manera absolutamente gratis!
El olor a tierra mojada es mágico. Recuerdo fin de semanas en casa de mi mamá y ese olor maravilloso luego de que ella terminara de regar su antejardín. También los invernales días en que todo el pasaje quedaba inundado con esa fragancia punzante. Era cosa de cerrar los ojos y simplemente oler…
Cuando me di cuenta de que el olor a tierra mojada es un placer casi universal, di con un artículo en internet en donde explican porque toda la gente ama su olor, y se explica más o menos así: la tierra contiene una sustancia química aromática, la geosmina (“aroma de la tierra” en griego), que produce bienestar al ser olfateada. Esta molécula se activa gracias al agua, lo que hace que la tierra despida ese maravilloso aroma tan conocido por todos nosotros cada vez que llueve. ¿Interesante, no?
Ahora que ya sabes este dato, no te resta más que disfrutarlo. Yo, por mi parte, estoy feliz, porque pronto comenzará el otoño y, a pesar de que vivo en departamento, podré disfrutar perfectamente del olor a tierra mojada luego de una tarde lluviosa, yendo a caminar por los parques de mi barrio junto a mi pololo, llenando mis pulmones de este olor que me transporta hasta los más dulces días de mi niñez.
Y tú, ¿también cuentas los días para gozar de este exquisito aroma?
Foto CC vía Flickr