¿Esperando a un bebé? Seguro que varias veces has fantaseado con su carita: cómo se verá con la ropa que le has escogido, la aventura que será mudarlo o amamantarlo, lo exquisito de verlo sonreír y la tristeza de que llore también. Pero sin duda, el más recurrente de tus pensamientos debe ser respecto al momento en que le darás la bienvenida a este mundo, recibiéndolo en tus brazos. Es un instante que genera gran expectación, ansiedad, emoción y también temor.
Como sabes, hay dos vías para que un bebé salga de tu vientre y comience la aventura de la vida. Una de ellas es la cesárea y la otra, el parto normal. Hace un par de semanas vi en televisión que la primera se ha convertido en la favorita de las madres chilenas, asunto que genera gran preocupación entre los médicos, ya que el parto normal - estiman - es ¡lejos! la forma más saludable de recibir a tu príncipe o princesa. Sin embargo, los que defienden la cesárea, señalan que ésta es más cómoda al permitirte “programar” la llegada de tu hijo. Pero, ¿quién tiene razón? Para ayudarte, te detallamos los pros y contras que ofrecen ambas opciones. ¡Toma nota!
Parto por cesárea Tiene a favor el permitirte agendar el nacimiento de tu guagua, considerando obviamente la edad gestacional que ésta tenga. En un comienzo, se aplicaba sólo ante situaciones peligrosas para el feto, como por ejemplo: que se trate de un embarazo muy avanzado (42 semanas o más) sin que haya signos de dilatación en la vagina, que el nonato sea muy grande, venga sentado o presente sufrimiento fetal (taquicardia) y riesgos de asfixia (como que el cordón umbilical esté enroscado en su cuello o que expulse el “mecomio” - primera deposición - dentro del útero). No obstante, en las últimas décadas no son pocas las mujeres que recurren a esta intervención porque les permite decidir la fecha en que los ojos de sus hijos verán el mundo.
Otro aspecto a considerar por las “pro-cesárea” es que se experimenta menos dolor, al evitar las “antipáticas” contracciones; además, el niño no corre riesgo de asfixia en el canal de parto y la vagina se mantiene estrecha, sin soltarse.
Pese a los atractivos argumentos anteriores, lo cierto es que la cesárea tiene más riesgos que el parto vaginal, al tratarse de una intervención mayor. Existen probabilidades de que la herida se infecte o presentes hemorragia. El post-operatorio es doloroso y la recuperación, más lenta. Además, al salir de tu vientre por esta vía, tu niño tendrá mayores posibilidades de sufrir complicaciones respiratorias, al no eliminar correctamente el líquido del pulmón.
Parto normal. Tiene muchas cosas a favor: por ejemplo, facilita el apego madre / hijo, ya que al vivenciar ambos la “traumática” experiencia de nacer, liberan hormonas y activan zonas del cerebro que los hacen sentir mucho más unidos y cercanos. Si bien el preparto es doloroso - por causa de las contracciones - la recuperación es rápida, permitiéndote retomar tus actividades normales en menos tiempo. La leche fluye de tus pechos más fácilmente y con mayor celeridad que tras una cesárea. Y el bebé, en el proceso, expulsará todo tipo de líquido que esté en su sistema respiratorio, teniendo una bienvenida a la vida más saludable. En contra, obviamente, están las molestias propias del trabajo de parto y las energías en él invertidas, además del temor de muchas madres de que el bebé quede “atrapado” en el canal (lo que, si no es demasiado grande, no tendría por qué pasar)
Lo fundamental es consultar la opinión de tu ginecólogo y acatar sus sugerencias. Él sabrá lo que es mejor para ti y tu bebé, ya que conoce el historial médico. Sin embargo, ten presente que la inmensa mayoría de los facultativos recomienda enfáticamente un parto vaginal.
Y tú, ¿cómo recibirás a tu pequeñ@?