Ya antes les he comentado que las motos fueron para mí un verdadero descubrimiento. Si bien en un comienzo les temía (por la alta velocidad en que circulan y ser tu propio cuerpo la principal carrocería), de a poco se convirtieron en una verdadera fijación. Sí, porque tras acompañar a mi pololo en diversos viajes a bordo de su Renegade, la sensación de libertad que te brinda transportarte en ellas se reveló como una “pequeña cosa increíble”. Al punto en que llegué a fantasear con comprarme una.
Digo “fantasear” sólo porque mi prioridad - más que un vehículo - es nuestro hogar propio. Sí, ya que aún las encuentro fascinantes y muy cómodas. Siempre que hay un taco, las motos logran colarse por entre los vehículos - al ser muy compactas -, evitando largos tiempos de espera. No nos veamos la suerte entre gitanos. ¿Cuántas - en medio de un embotellamiento - no hemos soñado con hacer lo mismo?
Pero si hay una fijación que debo confesarles respecto de este medio de transporte, es la que tengo por el modelo “Vespa”. La clásica moto “cincuentera” es mi obsesión, tanto en su versión original como los nuevos modelos inspirados en ella. La “Vespa” es simplemente hermosa: su diseño resulta un agasajo para la vista. Además, a las mujeres no sienta mucho este tipo de vehículo. Es bonito, estiloso y ondero, ¿no lo creen?
Después del salto, algunos modelitos para ver si comparten mi delirio.
Foto CC vía Gisk
Foto CC vía nunodantas
Foto CC vía Septem Trionis
Y bien, ¿ya alucinan con las “Vespa”?
Foto CC vía Flickr (Umberto Fistarol)