La canción del personaje de 31 minutos, Chacoberto, lo dice todo:"por ahorrarme el peluquero, me cortaron mal el pelo".
Cansada de ir a la peluquería y que nunca consiguieran el resultado que yo esperaba, decidí entregarle a una amiga una de las cosas más preciadas en mi vida: "mi cabellera".
Confiaba plenamente en ella, antes le había cortado el pelo a otras amigas y siempre le había quedado bien. Tenía habilidades en las manos y luego de que ella cortaba el pelo, este brillaba y era manejable.
Pero conmigo la historia fue diferente: yo completamente confiada, dejé que comenzara a cortar mi pelo sin siquiera tener un espejo frente a mí, que me permitiera ir monitoreando la situación. Ese era el grado de confianza con mi amiga, totalmente ciega.
Yo le dije: " córtame las puntas,baja un poco el volumen y define la chasquilla", pero parece que escogí un mal día - quizás el peor de su vida - porque cuando me dijo "estás lista" , lo único que quise era que me tragara la tierra.
Era como si hubiese macheteado mi cabello, habían pelones, mechones más largos que otros y la chasquilla parecía una escalera ¡ningún mechón era del mismo largo que otro!.
Según ella había quedado espectacular, "era un corte innovador" que supuestamente había visto en una revista de moda europea... ¿Moda europea? le dije... más bien parecía que me hubiesen lanzado un balde de agua hirviendo, me parecía a la loca de los gatos, el personaje de Los Simpsons.
Lloré como pocas veces en la vida lo he hecho, para mí, mi pelo es sagrado y mi amiga lo había dejado horrible. Por más que me miraba al espejo no sabía qué hacer, pensé que tendría que usar gorro todos los días o pelarme. Si ninguna esperanza, fui a una peluquera que mi madre me recomendó y ella fue mi salvación. No sé cómo lo hizo, pero mi pelo quedó lindo, con estilo y ni siquiera tan corto. Fui feliz y me sentí una mujer renovada. Eso sí, nunca más dejé que mi amiga me tocara el pelo, ni siquiera para hacerme cariño.
Foto CC vía Flickr