Un día de abril lo conocí, fue un poco antes de mi cumpleaños. Lo descubrí y aunque suene ‘cursi’ caí rendida a sus pies. En apenas unos segundos crucé miradas con él y me produjo una sensación indescriptible, como si lo hubiese conocido de antes. Tuvimos esa conexión única que se da con muy pocas personas en la vida.
Su mirada, esos ojos con un brillo especial. Podía perderme en ellos y no despertar jamás de mi sueño. Estaba todo tan bien, la ilusión en mi mente todos los días, hasta que me di cuenta que era gay y mi mundo se derrumbó en un segundo, porque no había posibilidad de que fuera mío.
¿Ustedes se han cruzado alguna vez con un hombre homosexual que les provoque algo tan fuerte que las deje sin palabras? Eso me pasó a mí. Sentía un verdadero ‘torbellino’ sólo al sentirlo cerca de mí.
No sabía que hacer para acercarme, hasta que un día por un amigo en común nos pusimos a conversar. Era uno de los hombres más encantadores que he conocido y mi atención sólo estaba centrada en lo que me hablaba. Podían pasar mil personas, un terremoto, un concierto de rock a todo volumen y nada. No podía dejar de mirarlo y escucharlo.
Lo más fuerte fue que nos hicimos amigos, conversábamos siempre, me iba a dejar a mi casa ¡Y sí, tan cariñoso, atento y caballero, que mi corazón, simplemente, ya no daba más! Hasta que reconocí que estaba total y locamente enamorada de él ¡y ya no podía dar marcha atrás!
¿Qué podía hacer, confesar mi amor, guardarlo en mi cajita de misterios y secretos, alejarme? Y, con mi característica fortaleza, ¡fui, me atreví y en mis minutos de locura le di un beso!
Pensé que había sido un gran error hasta que dijo: "¡tú también me encantas, sabes que siempre estaré aquí, pero como amigo!" Y sonrió. ¡No fue tan terrible, amigas! Finalmente conversamos la situación y ese beso de cuentos de hadas nos acercó mucho más, afianzó nuestra relación de amistad y logré comprender a su corazón. Al principio con dolor y un gran vacío, pero después de un tiempo gané un gran partner y eso no se encuentra a la vuelta de la esquina. ¡La amistad es un tesoro y como tal debemos cuidarlo! Además, estos hombres son tan dulces que ¿quién mejor para entendernos?
Imagen CC Chez Andre 1