Mucho se ha hablado respecto al “Modo Mundial” que adoptan nuestros hombres, en épocas en que las reuniones sociales no tratan otro tema que no sea la pelota. Sin embargo, también hay otros estados que pasan más bien desapercibidos, pero son tanto o más intensos que la obsesión futbolera. ¡Y ojo! que nosotras mismas hemos sido víctimas: me refiero al “Modo Examen”.
Claro, porque a fines de junio y principios de julio - así como también entre noviembre y diciembre -, las que somos estudiantes padecemos la avalancha de exámenes con que las universidades nos agreden.(Yo voy por mi segunda carrera; soy masoquista) Nuestra vida social se reduce a “conversaciones” con el autor del texto de cabecera, mientras afuera, la vida pasa, burlándose con cierta indiferencia ante nuestra desdicha.
Poco importa si nos ofrecen entradas al esperado concierto de nuestra banda favorita o una cena romántica (con noche de amor incluida) en los recintos más top de la ciudad. ¿Una cita con Ian Somerhalder? ¡Menos! “No puedo, tengo examen”, decimos con bastante lata. La responsabilidad debe ir primero o más temprano que tarde, lo vamos a lamentar. Porque, ¿cuántas veces hemos sucumbido a la tentación de tomarnos un respiro? Seguramente las mismas en que terminamos echando maldiciones por no haber aprovechado cada segundo perdido. ¡Bad Idea!
El modo examen se vuelve particularmente dramático si además: trabajas en algo que te apasiona (y a lo cual, por lo mismo, te dedicas con full compromiso) o estudias carreras de alta exigencia académica, como son derecho, ingeniería o medicina. Disciplinas que requieren que devores una cantidad de textos tan abultada, que ¡hasta te quita el apetito!
Si eres de las afortunadas que no padece el “Modo Examen” (porque a diferencia del “Modo Mundial”, éste se padece) pero conoces a alguien que sí - y es muy cercano a ti - probablemente la onda expansiva de este particular estado también te afecte. Es usual que preste poca atención a lo que digas (comprensible, con tantas cifras e información en su disco duro) o debas colgar una foto suya en tu dormitorio para recordarlo. No obstante, sé paciente. Este síndrome se da con mayor intensidad unas dos veces al año y propende al bienestar de quien tú quieres. Además, los reencuentros - al salir del modo “zombie” - pueden ser los más apasionados (¿qué mejor manera de celebrar una buena nota?). Así es que, ¡ánimo, amor y aguante!
Imagen CC xapaburu