¿Quién no ha tenido una amiga loca desde la época de universidad? ¡Cómo olvidar esos primeros años de estudio, donde te arrancabas de clases y te ibas a comer unas ricas papas fritas con bebida junto a tu inseparable partner!.
En esos años, recuerdo, había una picada llamada “El Cólera”. No piensen que precisamente íbamos directo a enfermarnos ¡Todo lo contrario, era la media picada!, donde te daban platos inmensos a un precio muy bueno para el bolsillo del estudiante.
Y bueno, quizás mi amiga no era del agrado de algunos en mi grupo - porque era loca -, pero yo la pasaba muy bien con ella. Eran infaltables las salidas nocturnas donde bailábamos toda la noche y siempre, pero siempre, nos caían bombonazos.
Típico también que cuando pololeaba estuviera ella entremedio y sí, mis pololos quedaban enfermos, porque no soportaban que nos tocara el violín y su inigualable voz gritándome por la ventana de mi casa. Pero así son las amigas loquillas, quienes nos hacen reír y siempre están ahí.
Cuando estás en tus días on fire y no quieres que nadie te llame, suena el celular: ¡justo ella, no! Pero igual contestas y aunque te cuente mil tonteras, te terminas despejando y riendo igual.
Recordé todo esto porque me reencontré con ella después de varios años. Y me di cuenta de algo muy importante: aunque sea la “crazy friend” que bailaba en las tarimas en la época universitaria, llamando la atención - mientras yo quería que me tragara la tierra y hacer como que no la conocía -, tiene su corazoncito y su grado de cordura. Me ha apoyado mucho más que otras personas en las cuales tenía más expectativas.
Así es que ya saben, amigas: si tienen a alguien así, no la dejen pasar por ser “especial”, jaja. En algún momento de sus vidas aparecerá de nuevo, trayéndoles alegría con sus chistes, vivencias, sus mil amores y todo lo que lleva en su "cajita de sorpresas".
Imagen CC Dmitry Terekhov