Y esta es otra de mis experiencias y ¡aventuras! El andar con un “cabro chico”, literalmente. Y ¿saben?, ¡nunca más!
Tuve una caída - así la califiqué - porque siempre me han gustado los hombres mayores o de mi edad. Nunca pensé que me iba a fijar en uno menor que yo y harto niño para sus cosas.
Pero así no más, no me di ni cuenta cuando ya andaba con él y harto tontona que me tuvo. No sé qué me pasó, que no podía dejar de pensar en él. Me preocupaba más por sus cosas que por las mías; de estar muy arreglada en las ocasiones en que lo vería y ¡hasta con ataque de colon!.
En otras palabras, fui “toda una pelotuda" con este pastelito. Cuando estaba en mi casa tenía que cocinarle, porque él no sabía hacer nada solo. Debí explicarle muchas cosas súper tontas, pero que yo siempre justificaba porque "¡Oh, no es de Santiago, no cacha una. Pobrecito!". Y todo tenía que hacérselo yo. Al final, fue como pasar de la “andante” a la "mamá" y llegamos a un punto en que me tenía tan, pero tan chata, que sólo quería distanciarme de él durante un buen tiempo. Lo intenté y no resultó ¡cuec!, pero ¡ojo!, que a la segunda sí.
Personalmente, encuentro nada que ver que la persona con que estás dependa de ti hasta para comprar algo. ¿Acaso no tiene manos para hacer las cosas? No poh, ¡que pare la tontera! Creo que eso terminó 100 por ciento de eliminar todo ese amor - o atracción - que podía sentir por él, ya que me terminó aburriendo: que me pedía esto, lo otro, me preguntaba mil cosas obvias, y más encima, me las volvía a preguntar. ¡Next! ¡Nuevamente!
Como si lo anterior fuera poco, se preocupaba más por él que por mis cosas, hablando todo el rato de su pega. ¡Ni pescaba lo que yo le decía!. O sea, al final, un chiche el hombre: ¡chao y por favor no vuelvas a mi vida como pareja! ¡Como amigos genial, súper!
Si al final lo que una quiere es un ¡hombre y bien hombre, no un cabro chico! ¿O no amigas?
Imagen CC Peter AKA anemoneprojectors