Las parejas pasan por distintas etapas a lo largo de su viaje en conjunto. Hay algunas - como los inicios - que son sencillamente espléndidas: nos sentimos en las nubes, exudamos amor y todo son corazones. Sin embargo, hay otras que - si bien no son en apariencia complejas - sí pueden resultar proclives a generar conflictos con muy mal término.
Porque prevenir es mejor que lamentar, te enseñamos a identificar esas etapas complicadas y qué hacer para que no signifiquen un serio riesgo en tu historia romántica. ¡Lee con atención y toma nota!
1. El inicio de la convivencia: Empezar una vida en común es un paso importante y muy esperado por los miembros de la pareja. Sin embargo, las altas expectativas son enemigas de las concreciones, por lo cual es indispensable poner bien los pies en la tierra. Comenzaremos un nuevo camino junto al ser amado, en el cual la rutina no sólo será “coser y cantar” (entiéndase regalonear hasta el infinito y cocinar juntos, como en un catálogo de inmobiliaria), sino que además tendremos que lidiar con aquellas costumbres que se contraponen a las nuestras: gastos excesivos, desorden, cuentas impagas y todos esos “imponderables” que implica mantener un hogar. Habrá que compartir incluso esos momentos “on fire” - de profundo odio contra el mundo -, enfermedades, preocupaciones y caras largas que todos alguna vez experimentamos.
¿La solución? Establecer claramente las reglas de la convivencia antes de cruzar juntos la puerta de su nuevo hogar; estar dispuestos a flexibilizar ciertos puntos, respetar sus propios espacios y ante todo, conversar.
2. La llegada del primer hijo: Es también un momento ¡de ensueño! ya que seguramente hemos imaginado juntos innumerables veces la cara de nuestro retoño, escogido su nombre y anhelado con fervor tenerlo pronto entre los brazos. Sin embargo, sucede que al debutar como mamás, tendemos - como es lógico - a concentrar toda nuestra atención en el recién nacido. Creemos que nuestra pareja es torpe, que no sabrá mudarlo, que se le puede resbalar de las manos o que al vestirlo podría dañarlo. ¡Craso error! Lo peor que se puede hacer es marginar al padre de sus obligaciones. Es importante crear apego entre los tres. Compartan las labores que la crianza conlleva y - por supuesto - manifiéstale constantemente cuán importante continúa siendo.
3. Estancamiento: Cuando se llevan varios años de relación y, por diversas circunstancias, no han tenido un avance significativo en su camino (entiéndase convivencia, matrimonio o hijos) las relaciones tienden a estancarse. Los seres humanos estamos preparados para evolucionar constantemente y buscar compañía en ese proceso. Si continuamos ad eternum en la misma etapa, se pierde un componente fundamental en la pareja, que es el contar con proyectos en común. Si es tu caso y por razones económicas no has podido dar el paso siguiente, lo esencial es al menos propender a ese objetivo, conversando y planificando en conjunto estrategias para concretarlo. El compromiso con lo anterior creará la misma intimidad emocional que tendrían si ya lo hubieran logrado.
4. Desgaste por problemas personales: La pareja se entiende como un “equipo”, un engranaje perfecto en que si alguna de las piezas no funciona bien, se afecta el todo. Por lo tanto, si el ser amado experimenta un periodo de estrés por circunstancias laborales, académicas o de salud, la complejidad de este dilema los envolverá a ambos. En este caso, es menester conversar francamente lo que ocurre, ser pacientes y apoyarse, ya que al momento de iniciar su camino en conjunto, ambos pasaron a constituir una misma historia. Y - obviamente - trabajar en los problemas lado a lado, sin que sea sólo uno quien se lleve todo el peso.
5. Experimentar una pérdida traumática: Este tipo de acontecimientos (la muerte de un ser querido, una enfermedad catastrófica o un accidente incapacitante) pueden unir o separar a las parejas de manera definitiva. Esto último ocurre cuando uno o ambos miembros se encierran en su dolor, impidiendo que el otro "le apañe”. Además, al tratarse de un hecho de gran envergadura, los mismos cercanos podrían “interponerse” sin querer en la relación, acentuando el distanciamiento.
Lo esencial en estos casos es apoyarse primero como pareja, conversando respecto a los sentimientos sin temor. Ser empáticos, escucharse y ser honestos, comprendiendo que - tal como reza el punto anterior - hoy ustedes son un todo y ambos comparten el mismo dolor, aún cuando lo vivan de maneras diversas.
6. Cambios: Si uno de los dos siente que está envejeciendo, que ha engordado o comienza a experimentar alguna dificultad física, verá mermada su autoestima y seguridad personal. Deberá aceptar su nueva condición (los años y kilos extra, o el impedimento motor) en la certeza de que quien le acompaña lo seguirá amando, bajo cualquier circunstancia. En esto es menester ser empático, comprensivo y un apoyo constante para quien más susceptible sea “al cambio”, con objeto de superarlo, asimilarlo y seguir adelante.
Y tú, ¿has vivido - o estás inmersa - en alguna de estas etapas? ¿Te animaste a continuar el viaje?
Imagen CC susivinh