Hace mucho ya de esto, pero lo recuerdo de manera casi tangible. Repetir segundo medio fue sin duda una experiencia que jamás olvidaré.
Cuando entré a estudiar en el Comercial de Viña del Mar, las exigencias eran las mismas de un colegio de elite: si repetías el primer año te echaban, por lo que pasar a segundo medio era una especie de nueva selección. Admito que nunca fui buena en física, química e inglés; mis notas en esos ramos eran asquerosas y por más que me dedicara a ellos o tomara clases particulares, no había caso. Mis compañeros estaban en situación similar, por lo que la última prueba del año era de vida o muerte (y a esa edad, en verdad sientes que tu existencia depende de eso). Tal fue el terror que provocó la posible repitencia, que uno de ellos compró la prueba y la compartió con todos los que necesitábamos buenos resultados. Como es lógico, lo descubrieron, y en castigo por ello (sumado a nuestras nuestras malas notas), ¡15 alumnos repetimos ese año!.
No puedo negar que me sentía la más estúpida del mundo. Tenía excelentes notas en los demás ramos y estoy segura de que en otro liceo habría sido uno de los puntajes más altos, pero ya era tarde. Al año siguiente, mis compañeros eran hasta dos años menores que yo y mis amigas que sí habían pasado tenían otra jornada, por lo que ya no las veía. ¿Qué hacía yo rodeada de niñitos? Fue terrible: los primeros meses me aburría con los otros ramos y todos los profes nos miraban con desconfianza. Los temas “curso” eran básicos, discusiones inmaduras, atroz. Cargaba con el cartel de repitente, problemática y mayorcita.
Pero no todo fue terrible. El hecho de conocer los módulos me hizo ir adelante en algunas áreas y el cambio de profesores me favoreció notablemente: subí todos mis ramos. Los compañeros nuevos no fueron distracción. Tenía más experiencia y eso me ayudaba a ver las cosas desde otro punto. Conocí gente que valió la pena y me volví una mujer diferente. La experiencia vivida me ayudó a reconocer aquellas cosas por las que sí vale la pena sufrir y ver que todo aquello que percibimos como tragedia puede traer recompensas en un mediano plazo. Puedo decir sin temor que repetir me hizo crecer.
Puede que tu hijo, tu hermana o tú misma lo hayas vivido, por eso es importante que sepas que esto - como muchas otras cosas - sólo obedece a procesos que nos transforman en lo que hoy somos. No te culpes por no haber podido: no es que los demás sean más inteligentes o mejores que tú, nada más son etapas que debemos vivir. Míralas de manera positiva, que al pasar los años verás cómo todo fue para mejor.
Y tú, ¿fuiste repitente?
Imagen CC simbiosc