Tuve sexo por primera vez a los 17 años. Así, sin más, lo puedo escribir. Lo curioso es que lo consigo ahora, después de unos años y ni siquiera lo proclamo abiertamente. Esto porque la carga simbólica de la iniciación sexual sigue siendo bastante grande, por lo menos donde yo vivo.
Impulsada en parte por las compañeritas de colegio ya experimentadas y la curiosidad hormonal de esa edad, de a poco construí una idea de lo que deseaba para ese “especial momento”. Porque las mamás y las revistas teen lo repiten hasta el cansancio: debes hacerlo con una persona por la que te sientas querida; es un hito importante en tu vida, no lo desperdicies con cualquiera. Personalmente, me imaginaba todo como una mala comedia rosa: velas por todas partes, una cena especial y luego verle el ojo a la papa con mucho romanticismo. Sucedió todo lo contrario.
Esa creencia Disney del amor excesivamente romántico mató todas mis expectativas. No hubo premeditación. Decidí improvisar impulsada por mi creativa imaginación y mi ardoroso deseo adolescente. De esta forma, mi cabeza llegó al “es ahora o nunca” y dejé que pasara. Lo digo de esta forma porque finalmente casi no intervine en la consumación de acto y permití que mi compañero hiciera su trabajo. Al segundo después me arrepentí. Primero dolor, después incomodidad y más dolor. Así fue por unos minutos hasta que la situación se hizo insostenible y paramos.
Quedé en shock y con resentimiento hacia el que en ese entonces era mi pololo. Él me pidió disculpas, pero yo sentía que ya el daño estaba hecho. Al rato me di cuenta de que había sangrado bastante y me preocupé de ocultar todo para que mi mamá no notara nada extraño. Lloré en silencio antes de dormir, como si hubiera perdido una parte de mí.
Con el tiempo fui derrumbando mis tabúes respecto a tener sexo por primera vez. Si bien es importante, el significado que le das se centra en la forma en que te educan sobre tu sexualidad. Entendí que era virgen por lo que yo creía más que por el acto mismo y cuando perdí la tan sobrevalorada, caché que me habían mentido todo el tiempo.
Tener relaciones sexuales puede dolerte o no, puedes sangrar o no. Quizás notes algún cambio físico o sigas viviendo como si nada. Fisiológicamente no significa más que la rotura del himen. Psicológica y socialmente puede ser mucho más, pero está en ti cómo abordes algo que se trata de tu cuerpo y con quien sea que desees hacerlo. Punto.
El ser mujer, con toda esa carga cultural, te inhabilita para disfrutar tu vida en el más amplio sentido. Me da mucha pena escuchar a mis amigas tener miedo de dejar al tipo con que iniciaron su vida sexual, pero que no las trata como ellas quisieran o a las que su familia les pregunta hasta el más mínimo detalle sobre lo que hacen en la cama.
Si consideras que es un hecho importante, debes tener conciencia sobre lo que harás y que jamás será como en las películas. En cambio, si lo miras como un paso en el conocimiento de tu sexualidad, te sentirás más segura de ti misma y satisfecha. Las primeras veces, en todo sentido, se tratan de aprendizaje (y son motivadas en gran parte por la curiosidad).
¿Qué es perder la virginidad? Un buen momento que puedes echar a perder con altas expectativas que no dependen de ti. Infórmate, quiérete y conócete antes de pensar en “la grandiosa primera vez” como un sueño.
Imagen CC Logan