"¡Mmmm, como que hay algo medio raro acá, está un poco denso!" Y tus amigos te observan con cara de locos (bueno, cada uno mira como puede, jaja).
El punto es que muchas de nosotras somos medias brujillas, pero ¡de las buenas, eh!. No todos tienen ese "don" y encontrarán que las cosas que dices son medias voladas. Lo bueno de esto, amigas, es que podemos darnos cuenta en unos segundos de cómo están las personas, el entorno o un lugar físico.
Y es el ¡poder de las energías!, ya que influyen de una manera muy particular en nosotras: a veces pueden resultar muy buenas y otras, muy malas.
Por ejemplo, te puede salir una tremenda oportunidad laboral, con un buen sueldo y en una empresa de prestigio, pero resulta que llegas al lugar y sientes un rechazo absoluto. No es por la pega en sí, sino por la "carga emocional" que allí percibes. O también, a veces solemos toparnos con alguien y queremos salir arrancando, porque nos percatamos de su mala vibra.
Lo mejor en estos casos es mantenerse distante para no contaminarse con la mala onda, ya sea de una persona o lugar determinado.
Sí, porque antes de la plata o una posición social, estamos nosotras. Lo que importa es que nos sintamos bien y no incómodas con lo que hacemos. Y en caso de que la persona tenga buena vibra estaremos tan a gusto, que hasta la abrazaremos y no querremos despegarnos de ella, jaja.
En un lugar físico con energía positiva, nos sentiremos muy en confianza para colocar las piernas encima de un sillón, abrir el refrigerador y sentarnos a ver una buena película en excelente compañía. En el fondo, estaremos como en casa. O en un parque, rodeadas del poder de la naturaleza, aromas y colores, nos hallaremos muy a gusto y con mejor vibra.
Ese es el poder mágico de las energías: pueden hacerte brillar o apagarte. ¡Ojo! y mucho cuidado con este tema, ya que no es algo tan loco, aunque nos traten como bichos raros, sino lo contrario.
¿Alguna vez han vivido una experiencia energética?
Imagen CC Ramírez de Gea