Soy mamá hace 4 años y hace 3 años 10 meses prácticamente vivo en la urgencia del hospital. La Pepa, mi hija, hace cuadros de convulsiones febriles y es lejos lo peor que pudo pasarnos ya que ver convulsionar a un niño tan pequeño, es terrible. Su primer episodio lo tuvo a los 8 meses y desde ahí que no paramos. Lo terrible de todo esto es que cada vez va siendo más común entre los niños y es una condición que dura hasta los 5 años según los doctores, menos mal a mi me queda sólo un año de preocupación. Pero para las mamás que tienen que vivirlo, trataré de darles una guía de madre a madre para poder palear un poquito el pánico que se siente lidiar con un hijo enfermizo.
Todo empezó entre febrero y marzo del 2011, la Pepa tuvo fiebre y mi mamá trató de bajársela con pañitos tibios y esas cosas, pero el cuadro no dismunía y al contrario, seguía subiendo hasta llegar a 39.5 y de repente... se puso tiesa y no reaccionaba, mis papás entraron en pánico y decidieron llevarla a la clínica donde nos atendemos. Cómo era tan chiquitita, los doctores la internaron para descartar una meningitis ya que el cuadro febril llevaba mucho y esa paralización de su cuerpecito era lo que los doctores llaman un cuadro convulsivo leve. El diagnóstico final fue una infección urinaria, muy común entre las niñas.
Cuando llegué a la clínica, mi hija estaba en la UCI llena de cables y con visitas restringidas. Esa imagen es algo muy difícil de borrar y se me cayó el mundo en pedazos, era tan chiquitita y apenas podía moverse, un pitito sonaba intermitente cada vez que la fiebre subía y hubo un momento en que no dejó de sonar, ella quería brazos y yo no podía tomarla ya que le traspasaba mi calor corporal, ¡atroz! Aquí intenté calmarme por ella y empezar a cantarle sus canciones favoritas moviendo mis dedos como monitos para que se distrayera un poco. La fiebre logró bajar y dos noches después, la llevaron a una pieza para observarla. Dos días depués, nos dieron el alta pero los problemas no terminaron aquí, ya que con cada fiebre había que estar atentos y hacia donde fuéramos con ella debíamos llevar un cargamento infinito de remedios para poder bajar y controlar las fiebres, mudas de ropa para cambiarla porque transpiraba mucho y toallas para secar su pelito.
Cuando la cosa se ponía fea, o convulsionaba, directo a la Urgencia, lugar donde ya la conocen y somos casi clientes frecuentes. Para mi, pasar en un hospital es desgastante ya que no sólo hay que ir al hospital a socorrer a tu hijo enfermo, sino también debes cancelar tus compromisos, dejar trabajo para después y re organizar tu vida para poder estar atenta a las necesidades de tu guagua. Gracias a dios, yo cuento con el apoyo incondicional de mis papás, pero mi pololo trabaja lejos y a veces su falta se hace sentir.
Los doctores siempre nos recomiendan que le bajemos la fiebre con pañitos tibios o baños de tina además de paracetamol, ibuprofeno o diclofenaco, pero llega un momento en el que piensas en el hígado de ese pobre bebé y ya no sabes que hacer. Hasta ahora, los pañitos tibios han sido la mejor solución.
Y cómo esto es una guía, trataré de contarles a qué cosas puede que se enfrenten con sus hijos. Estén preparadas para todo, porque hay niños inquietos y muy quietos que realizan todo tipo de travesuras o se pueden enfermar de muchas cosas. En mi caso particular me he enfrentado a fiebres con convulsiones, infecciones urinarias, adenovirus, rotavirus, gripes, resfríos y sinusitis. Y según los médicos otras enfermedades comunes en niños son bronquitis, virus sincicial, neumonía, otros tipos de virus. En otras experiencias de no enfermedades estén preparadas para que sus hijos se metan cosas en los oídos, la nariz, se traguen cosas extrañas- como un lego- se caigan, algún niño les pegué en el jardín o el colegio, se fracturen, esguinces, luxaciones, etc.
Ahora que ya saben mi historia, trataré de aconsejarlas desde la experiencia con cosas que a mi me han resultado:
Primero que todo, sé que es difícil, pero traten de no alterarse, ya que los niños tienden a asustarse cuando ven a sus mamás histéricas o no tomando el control de la situación. En mi caso cuando la Pepa me ve histérica, ella colpasa y la fiebre empieza a subir más al punto de quedar semi inconsciente. Respiren, cuenten hasta 5 y apoyen a su bebé.
Segundo, sea cual sea el problema de su bebé, ya sea fiebre, que se tragó algo, se pegó muy fuerte, está sangrando o lo que sea que le pase y tu no puedas controlar, llama a la urgencia de tu clínica y pide ayuda para saber qué hacer con tu hijo. La Pepa se tragó un lego hace un par de semanas y lo único que atine a hacer mientras llegaba el taxi fue llamar a urgencias y ellos me ayudaron. Esta, según mis amigas, fue la mejor historia, ya que partimos a urgencias a buscar algo que no sabíamos donde estaba y el plástico no sale en las radiografías- para que lo tengan en cuenta.
Tercero, NO lo mediques sin previa receta médica. Es común que tendamos a medicar a nuestros niños o a nosotras mismas con los remedios que nos recetaron antes ya que los síntomas son similares al malestar anterior. Pero las dosis no son siempre las mismas para una enfermedad o malestar, o estos mismos malestares no corresponden siempre a un mismo diagnóstico. Por ejemplo, mi hija tuvo adenovirus y después una gripe y los síntomas eran iguales, pero debían tratarse distintos.
Cuarto, si no tienes auto, no sabes manejar o no te sientes en condiciones para hacerlo, busca a alguien de confianza que te pueda ayudar. Yo he llamado hasta a vecinos para que me ayuden y sino, tengo siempre el número de un radio taxi a mano y el número de la ambulancia del hospital con el que tenemos convenio por si la situación es más grave.
Quinto, llegadas al hospital traten de explicar con claridad y exactitud que tiene su hijo y exijan exámenes que crean necesarios. Cualquier esfuerzo es poco para poder sanar a nuestros hijos.
Sexto, pasada la tormenta tranquilicen a sus hijos y denles palabras de aliento.
Luego ustedes cálmense, desahóguense, respiren y relájense. La tormenta ya pasó o pasará pronto. Lo importante es que tratemos de volver a la calma para poder apoyar a nuestros chiquititos o seguir con nuestras vidas para realizar lo que quedó pendiente.
Espero que mi experiencia les sirva de ayuda y si ustedes tienen algún otro consejo siéntanse en la libertad de compartirlo.