Te propusiste adelgazar, cambiaste totalmente tus hábitos de alimentación, te privaste de comer chocolates y muchas cosas ricas y así y todo, no bajaste de peso.
Si ese es tu caso, lo más probable es que sea porque dejaste de comer ciertos alimentos y lo hiciste en forma excesiva. En estos casos, en un comienzo vemos una leve pérdida de peso, pero después, cuando el cuerpo se da cuenta de este cambio de consumo calórico, comienza un proceso de adaptación donde asume que comerás una limitada cantidad de energía calórica.
Según el sitio Alimentación Sana, frente a esta situación, nuestro metabolismo funciona más lento, puesto a que se adapta al nuevo consumo de calorías. A la vez, el cuerpo comienza a utilizar como combustible la masa muscular en vez de las grasas almacenadas, ya que son más accesibles, logrando ponernos flácidas y con menos energía.
Lo peor de todo es que al detener la dieta el cuerpo tiene un metabolismo nuevo y más lento, y cuando consumes cantidades normales de energía, tu cuerpo no puede gastar la nueva cantidad de calorías y las transforma en grasa.
Solución
Tenemos que ser sinceras. La mayoría seguimos una dieta pero pronto caemos en la tentación de comer alimentos calóricos. ¿Qué hacer para no fallar en el intento? Acá te entrego algunos tips:
-Adopta un nuevo hábito alimenticio. Come a la misma hora y en pocas cantidades.
-Consume abundante agua. La ley son dos litros diarios.
-Prefiere las verduras, pero no por eso te prives de carbohidratos y grasas. Eso si, consúmelas en menos cantidad.
-Si vas a comer comida chatarra, no agregues aderezos. Será un poco más sano.
-Lo más importante: haz actividad física. Esta clave es fundamental. Mientras más actividad tengan tus músculos, más acelerarás tu metabolismo y a la vez, ellos mismos consumirán las energías que ingieres a diario.