Mientras existen sueños inocentes que encierran un sentido erótico que tenemos que descifrar, y otros tienen un contenido evidentemente sexual, el deseo no aparece siempre en ellos. Aunque parezca increíble, mientras dormimos aplicamos una cierta censura a nuestros sueños, fruto de un autocontrol que, aunque disminuye en forma considerable cuando no estamos en vigilia, sólo se disfraza.
Esto ocurre, de acuerdo a los expertos, porque lo inconsciente no suele acceder directamente a la consciencia, y es el análisis que uno brinda a lo que sueña lo que permite interpretar el significado, no el sueño en sí mismo. De esta forma, lo que está en juego es el deseo, el cual no deja de estar en nosotros, incluso cuando tenemos pareja o una vida sexual activa. Las emociones del día se prolongan, y en algunos casos corrigen descalabros de nuestro actuar cotidiano o frustraciones, pero no se pueden planificar. Así, los sueños eróticos no son distintos de cualquier otro sueño.
En el caso de las mujeres, para los especialistas este fenómeno tiende a ser confuso porque, históricamente, la sexualidad ha estado culturalmente prohibida u oculta para ellas. Por lo tanto, la censura inconsciente pesa más, pues toda la sexualidad suele pasar por el filtro de la consciencia moral, causando que la lucha ente el impulso sexual y su represión sea liberada a través del sueño.
Si una chica ama y no es correspondida, los sueños eróticos sí pueden compensar una vida sexual carente de acción. Aunque en la sociedad actual hay más apertura sobre la sexualidad, eso no necesariamente implica que todas tengan un buen pasar emocional, ya que el sexo no es independiente del amor, por más que pueda practicarse en forma separada, concuerdan los entendidos.