Por: Ángela
A mis 27 años bien asumidos y con un historial de dietas normal para una chiquilla de mi edad puedo decir que me he aceptado. Bueno, igual ya ando media angustiada por los estragos del invierno terremoteado en mí, pero me conformo con que ese rollito incómodo no se salga en demasía de mi pantalón.
No soy exigente, no deseo un verano sin polera, ni usar ese ultra microbikini del momento. De modelo nada, todo lo contrario, me autodefino como una carnita mechada con grasita. Igual tomo agua, trato de incluir verduras y frutas en mi alimentación. De ejercicios, hace como dos años que no subo ni las escaleras de mi edificio. Más encima trabajo sentada todo el santo día, así que nada a mi favor.
Con estos antecedentes espero entiendan mi protesta y siguiente demanda, ¿quién miércale define en Chile, lo que nos ponemos las chilenas?, porque definitivamente compatriota no puede ser. Es más, estoy segura que nos tiene mala a las carnitas mechadas.
Las chilenas somos bajitas, nada de pierna larga, ni menos raquíticas, tenemos sus cosas y esas cosas nunca, nunca en la vida, van a caber en un pitillo, por mucho que me mate comiendo lechuga. Y es que como diría mi abuelita, tenemos los huesitos pa afuera. Con la Genética y el fenotipo nada que hacer.
Hace unas semanas salí en la titánica misión "Un Jeans para Ángela", y aunque me duela decirlo, salí con ganas de tirarme de un puente. A mí me gustan los pantalones pata ancha, a lo más recto y nada... Había puros pitillos. Me sentí como Bridget Jones durante un rato.
En un momento de locura pensé: y si me compro uno, me lo pongo con botas y un polera ancha. Pero NOOOOOOOO. Volví a mis cabales y desde ese momento me dije: quiero crear el movimiento en contra de la tiranía del pitillo.
Sr. Falabella, Ripley, Paris, Patronato, déjese de traer puros pitillos. Hoy no puedo comprar, porque por más que lo intente no entro en ninguno y si llegará a suceder ese milagro; sería un poco decoroso.
Por eso amigas, “carnitas mechadas” de Chile únanse a mí, en esta noble cruzada y digamos fuerte y claro: "NO A LA TIRANÍA DEL PITILLO".
Imagen CC Adriano Agulló