Como les contaba hace poco, mi último pololeo terminó en buena onda y ahora con mi ex somos amigos. Ya superé - creo- todo lo que tenía que superar y aunque a veces me dan ganas de tener a alguien, esas ganas son demasiado pasajeras. El asunto es que no tengo ninguna intención de volver a pololear. En el futuro cercano al menos.
Cuando llevas mucho tiempo con alguien y esa relación se pone un poco rutinaria y ya no hay ni mariposas ni cosquilleos y muy pocas cosas son como al comienzo de una relación, pololear se vuelve una lata. Por eso se termina. Y cuando llevas un tiempo sola y la pena se pasa, uno analiza; ¿echo de menos estar con alguien? ¿llamarlo todos los días, verse después del trabajo, dedicar los fines de semana a pasarlos con él y su familia o viceversa?
La verdad, no. Estos meses de soledad autoimpuesta han sido una oportunidad increíble. Suena como si mi ex me hubiera tenido encerrada, pero no es el caso. La mayoría de las mujeres nos ponemos medias lesas cuando estamos enamoradas y eso no tiene nada de malo. Lo que pasa es que la sensación de libertad la estoy disfrutando al máximo ahora, sobre todo cuando no tengo esos sentimientos encontrados por dejar botadas a mis amigas por un novio o al revés. Tengo tiempo para salir, ver mucha tele, estar con mis amigos, descansar o simplemente no hacer nada y estar sola, si es lo que quiero. Tener una relación, aunque no lo queramos, está lleno de obligaciones y cuando ya queda poquito amor o todo es rutinario, se vuelve un poco tortuoso cumplir con todo.
Confieso que igual me da lata conocer a alguien nuevo. Toda esa etapa es emocionante y buena para subir el ego, pero hay que reconocer que es muy agotador andar tratando de ser simpática, amorosa, divertida, coqueta, inteligente, buen partido, etc. Sobre todo cuando, como en mi caso, una no es ni simpática ni coqueta y es mucho más entretenido salir sin la presión de tener que impresionar a nadie.