[caption id="attachment_15785" align="aligncenter" width="520" caption="Vía Rockenvivo"][/caption]
De todas mis bandas favoritas, Pixies es a la que le tengo más cariño. Me acuerdo perfectamente cuando los escuché por primera vez y cómo le pedí a un amigo que me prestara sus discos para copiarlos en cassette. A los 14 años, sin plata, sin internet y con la extraña sensación de ser un poco distinta al resto, Pixies fue una de las bandas que marcó mi adolescencia. No me acuerdo cuántas veces escuché esos cassettes hasta que mi amigo se apiadó y me regaló Doolittle, mi disco favorito y el que Pixies tocó casi integro el sábado pasado en el Festival Maquinaria.
Ver a tu banda favorita es una de las mejores cosas que te pueden pasar en la vida y punto. Aunque en los últimos años los tenía un poco abandonados por otros grupos, cada vez que los escuchaba sentía las mismas cosas que a los 14; quería tocar el bajo como Kim Deal y ser amiga de Frank Black para decirle que no se dice "Isla de encanta" sino, "encanto". El concierto, como dijo un amigo, puso fin a la adolescencia de varios. Aunque mi amigo sea un exagerado, varios entre 20 y 30 años cumplimos un sueño que hace tiempo atrás parecía poco probable, lo que le dio algo místico al concierto. Además, todos parecían estar pasándolo increíble; desde la buena onda de Kim de tratar de hablar en español, pasando por Dave Lovering, el baterista, que cantó La la love you; y el adorable Frank Black, que cada vez que levantaba los brazos dejaba ver su panza enorme de Viejo pascuero, hasta el público, que cantaba vuelto loco.
Cuando comenzaron a tocar, me olvidé completamente que estaba rodeada de gente que me apretaba y no me dejaba ver (con lo alegona que soy y con lo que me cargan las aglomeraciones) y canté y salté con mis amigos como si de nuevo tuvieramos 14.