Debo confesar que uno de mis máximos defectos es la impaciencia, y debido a esto, es que suelo no acabar la mayoría de los libros que comienzo a leer... excepto los de Marian Keyes.
A Keyes la descubrí por casualidad un día en la biblioteca. Siempre me han gustado las bibliotecas, por el silencio exquisito que brindan a sus visitantes, y las coloridas portadas de los libros.
Marian es una escritora Irlandesa, con un elegante sentido del humor, que me ha hecho reír a carcajadas. Las historias que ella cuenta mucho tienen que ver con sus vivencias personales. Además, es una alcohólica rehabilitada, feliz madre y esposa actualmente.
La temática de sus libros suele ser siempre parecida, pero nunca aburrida: historias de mujeres histéricas y adictas al drama que buscan solucionar sus problemas amorosos por la vía fácil, como yendo a fiestas, teniendo sexo casual y bebiendo considerables cantidades de alcohol (a veces drogas también), pero que finalmente se dan cuenta de que su problema tiene una raíz mucho más profunda y existencial. Retrata muy bien al género, porque no me van a decir que las mujeres somos unas dramáticas que sólo quieren ser felices (y también divertirse, como dijo Cyndi Lauper).
El primero que leí fue Claire Se Queda Sola (Watermelon). Recuerdo que cuando se lo entregué a la bibliotecaria para devolverlo, a ella le brillaron los ojos, y me preguntó si me había gustado el libro, porque a ella le había fascinado, y que ya se había leído toda la colección de Marian Keyes. Ahí comprendí que yo no era la única adicta.
Seguí con Sushi Para Principiantes, Por Los Pelos, Maggie Ve La Luz, Quién Te Lo Ha Contado, Bajo El Edredón, y hasta el día de hoy no puedo dejar de leerla y releerla, porque sencillamente, Marian es fascinante.