La leyenda de San Valentín

En el día del amor, les quiero contar una de las tantas leyendas que hay sobre el origen de San Valentín. Dicen que en la Roma del siglo III, época en la que el cristianismo era perseguido, se les prohibía el matrimonio a los soldados, porque se creía que los hombres solteros rendían más en el campo de batalla que los casados, que estaban emocionalmente ligados a sus seres queridos.

En estas circunstancias surge San Valentín, un sacerdote cristiano que frente a esta injusticia, decide casar a las parejas a escondidas de los romanos. El problema surge cuando su popularidad llega a tal punto, que es convocado a palacio por el emperador Claudio II.

El sacerdote aprovecha la visita para evangelizar sobre el cristianismo y convencer al emperador que siga a Jesús. En un principio Claudio II se sintió atraído, pero los soldados y el gobernador de Roma lo obligaron a desistir. El emperador cambió de opinión y ordenó procesar y perseguir al sacerdote. La misión la tuvo que llevar a cabo el lugarteniente, Asterius, quien, bromeando le preguntó si sería capaz de devolverle la vista a una de sus hijas ciegas. Valentín aceptó y en nombre del señor obró el milagro. El lugarteniente y toda su familia se convirtieron al cristianismo, pero no pudieron librarlo de su martirio.

Durante el encierro antes de la ejecución, uno de los carceleros le pidió si podía darle clases a una de sus hijas, Julia. Valentín aceptó y se enamoró de ella. En la víspera de su muerte le envió una nota de despedida, la que firmó con las palabras "de tu Valentín". De ahí el origen de las cartas de amor y poemas que se envían los enamorados en la actualidad con la expresión "from your Valentine”. Fue ejecutado un 14 de febrero. Su historia hubiera quedado ahí si no fuera porque dos siglos más tarde la Iglesia católica la recuperó para eliminar una celebración pagana. Era tradición entre los adolescentes practicar un sorteo donde cada chico escogía el nombre de una joven que se convertiría en su compañera de diversión durante un año. La Santa Sede quiso acabar con esto y canonizó a San Valentín como patrón de los enamorados.