Por Loreto Ramírez
Tengo un ex bien antiguo, o sea, qué bruto que antiguo no, pero cinco años igual es harto tiempo. Fue un amor importante. El primer pololo en serio. Con él viví momentos que no olvidaré y descubrí lo que realmente era llorar por amor. Para mi muy mala suerte nos movíamos por los mismos barrios. Vivíamos relativamente cerca y por un tiempo estudiamos en la misma universidad. Así que dos veces por semana, e incluso más, nos topábamos.
Me fue difícil olvidarlo, pero había que hacerlo. Era urgente sacarlo de raíz. Él me pateó, en verdad yo también lo hubiera hecho, porque como polola en esa época valía todo lo que es nada. Celosa, mandona y enojona, por ser buena onda conmigo no digo otras “cualidades”. El mismo día que terminamos, se puso a andar con una chica (muy odiosa ella), con la que sigue hasta hoy.
Aunque tuve otros romances y pololos, cada cierto tiempo me metía a su FB para psicopatearlo y saber si seguía con la mina en cuestión. Cada vez que lo hacía, me daba rabia porque confirmaba que con ella duró más que conmigo. Ok, lo sé, es un pensamiento muy infantil, pero a veces mi lado de mina pendeja sale muy a flote.
Pero como en esta vida el tiempo no pasa en vano, ya confirmé que lo superé. Hace unos días nos topamos en la calle. Hablamos un par de minutos y mientras él me contaba lo miserable que era su existencia, yo lo miraba preguntándome en qué minuto y ceguera absoluta encontré que era mino e interesante. Le miré los dientes, no me gustaron; le miré el pelo y me dio asquito; le miré la ropa y encontré que se veía fatal. Me sentí mina, exitosa y muy superior a él. Quise terminar rápido de conversar para irme lo antes posible a mi casa. En ese momento supe que lo había superado y fui feliz, me dio esperanzas. Ahora sé que aunque me demore un tiempo, también podré olvidar a otro ex que hace rato no se quiere ir de mi cabeza. La pregunta es ¿cuántos años tendré que esperar ahora? Ojalá que pocos. Ya voy en uno.