Por: El Blog Rosa Muchas no se explican el por qué nos gustan tanto los chicos malos, es como si el corazón tuviera un detector de chicos problemas y se fijara, justamente, en ellos. Habiendo tantos peces en el mar, nos fijamos en los tiburones, en los que hacen más daño. ¿Por qué?
Siempre hay más de uno para escoger, pero nuestro corazón la tiene más clara: "ese", justo el que tiene un atado de problemas, el que no sabe dónde va la cosa, al que le gustan las chicas perfectas, el que exige pero es un Don Nadie, el popular de la fiesta, el que, parece príncipe pero anda al darle un beso ¡se convierte en sapo de una! Es el síndrome de la enfermera que nos ataca de vez en cuando, como que queremos sanar a los corazones enfermos, darle ánimo a los caídos, entregar amor al necesitado, una onda muy Madre Teresa. Es un síndrome medio maternal, que al final nos llena de problemas que no son propios, que nos quedan grandes y que nos atan a una situación que no deberíamos llevar a cuestas. Sin embargo quien sale más perjudicada es una, que se engancha y está siempre a su disposición, porque ya es su hijo y no puede dejarlo ni a sol ni a sombra. Mientras que ellos, cuando tienen la vida solucionada, se esfuman haciéndose los locos; o te ven como la mejor amiga.
Es cierto, el sueño del pibe es tener una enfermera al lado que lo regalonee y alimente, pero, a menos que no hayas profesionalizado tu "síndrome" no te aconsejo que sigas tu instinto maternal. De lo contrario, terminarás enferma y la que necesitará un hospital serás tú.