Por Catherine Garcés Dicen que en gustos no hay nada escrito, y así lo creo. Me encantan los hombres caribeños, una mezcla entre Juan Falcón y Jorge Alberti (acuérdense como hablan). Me gusta que sean machos, pero que me traten bien; que me digan mi amor y que les suene natural. Claro está que cuando un chileno dice “mi amor” no es igual que a como lo dicen ellos con una voz más sexy. Ah! y si le agregamos un poco de color a su piel, mucho mejor (personal taste).
He intentado tener “algo” con compatriotas, pero no puedo, los encuentro fomeques. A los caribeños les sale por los poros la seducción, son muy atentos para tratarte, saben bailar bien (muy importante) y no te dicen ni “chanchita”, ni “gordita” (cosas que detesto). Mi hombre ideal es de los que sale contigo, te integra, baila, le gusta el leseo, no tiene miedo a presentarte y vive el día a día. Ahora bien se preguntarán cómo obtuve un magister en hombres de estos países. Fácil, tuve una relación con uno y lo pasé regio. Aclaro, fue una relación larga, no un “touch and go”, por eso les hablo con experiencia. Si hasta para celar son ricos, te dicen: “preciosa ¿tú me engañas?”, y ante esa pregunta tan bien elaborada quién lo va a engañar, digo yo.
Igual no quiero dejar mal a los chilenos sólo porque en general a mí no me agradan como pareja, es cosa de gusto personal. Son regios, simpáticos, agradables, pero me hace falta esa chispa como sabrosona y media candente que dan estos machotes caribeños. ¿Y ustedes cómo los prefieren?