Este viernes Kate Middleton cumplirá el sueño que muchas mujeres tenemos: casarnos con un príncipe en una apoteósica pero a la vez perfecta boda.
Partamos por lo básico: el anillo. El día en que William decidió pedir la mano de Kate lo hizo nada más y nada menos que con un zafiro de 18 kilates, el mismo que había recibido Lady Di del Príncipe Carlos.
Segundo, aunque sabemos perfectamente que el príncipe azul no existe; al menos William tiene el título, y como tal –donde vaya- goza de todas las comodidades y lujos que esto conlleva: servidumbre, buenos tratos y por supuesto mucho mucho dinero.
Dos días antes de la ceremonia la pareja se hospedará en el Hotel Goring de Londres, uno de los más caros y lujosos de la capital inglesa.
La boda se realizará en la Abadía de Westminster, una iglesia del porte de una catedral completamente decorada con delicadas y elegantes flores blancas, lo que tuvo un costo nada más y nada menos que de 38 millones de pesos. Contará con la presencia de más de 40 miembros de la realeza, además de celebridades británicas como David Beckham y Elton John.
Del vestido no se han conocido detalles, pero conociendo el buen gusto de ella, sus asesores y lo que puede costear, me imagino que será una de las novias más hermosas del último siglo.
No es por ser materialista pero ¿a quién no le gustaría casarse así? Estoy un poco celosa.