Qué complicadas y pesadas resultan las personas mal genio. Personalmente, me ha tocado convivir con más de alguna en la pega y en mi hogar y, ¡pucha que me agotan! Como que me chupan la energía.
Dicen que las continuas manifestaciones de mal genio (gritos y gestos exagerados) suponen una falta de control y autodominio; y que lo sufren personas que no han aprendido a manejar la rabia, la ira ni las frustraciones.
Falta de formación. Desde la infancia se nos enseñó que gritar enfadados y hablar a voces, no es una conducta educada. Las personas hemos aprendido normas de convivencia, y parte de ellas, es controlar nuestra molestia y no exteriorizarla siempre. Dejar salir todo lo que uno siente denota poco respeto hacia los demás.
Controlar el mal genio forma parte de un proceso de maduración personal que consiste en poder molestarse sin perder el control, evitando la exageración y teniendo presente al resto.
Por lo mismo, aquí les dejo unas pequeñas sugerencias para controlar el mal genio:
Cuando sepas que vas a "estallar", reflexiona unos segundos antes sobre lo que vas a decir y cómo lo vas a decir. Cálmate y piensa en las consecuencias negativas que trae esa descarga.
A veces la explosión del mal genio se produce por cansancio, hambre o por cualquier otra contrariedad que no es motivo para molestarse.
Si estás demasiado alterado, aplaza el diálogo para otro momento.
Si debes tratar con una persona que habitualmente sufre de mal genio, no discutas con ella. No le des la razón por temor, ni te le enfrentes, deja que se le pase. Cuando esté calmada habla de lo ocurrido.
En el caso de los niños, analiza las situaciones que originan su malestar y trata de prevenirlas. Por ejemplo, no lleves a tu hijo de compras si sabes que se desespera. Cuando sea un poco mayor, explícale que ese comportamiento no es adecuado, que debe tranquilizarse y aprender a dominar sus pulsiones.