Había quedado con las ganas. Hace unos meses anunciaron la venida de Paul McCartney a Chile y, como muchos, esperaba el día de la venta de entradas para asistir al show del único beatle vivo que sale de giras (fui considerado, Ringo). En esa ocasión, el show se suspendió porque estaba fijado el clásico de Colo-Colo con la U. Con todo el respeto que se merecen los peloteros me pareció inaceptable que un artista de la talla de McCartney se viera desplazado por un partido que - seamos sinceros- se da varias veces al año y no es tan trascendental como su visita.
El resto de la historia es conocida: Paul anunció visita alrededor de un mes antes y se agotaron las entradas más caras que se hayan visto en la historia de conciertos en Chile. Trivia aparte, desde mi posición en galería, vi entrar en escena a este simpático y relajado McCartney, que entró con un “Hola Chiquillos” para seguir con un “son ustedes bacanes”. Con el dateo necesario, se guardó al público en el bolsillo desde un principio. Abrió con “Hello Goodbye” y fue intercalando los clásicos de The Beatles con los de Wings, su banda menos conocida. En un show potente, acompañado por músicos que hacían justicia a sus antecesores en instrumentos, se sucedieron “All my loving”, “Drive my car”, “Let me roll it” con un cierre de lujo con el riff clásico de “Foxy Lady”. Se sentó al piano y sin rodeos partió con “The Long and Winding Road” uno de los primeros cortes del lado más emotivo de su catálogo.
En esa línea siguió con “And I love her”, “Blackbird” y la dedicatoria a su amigo Lennon con “Here Today”, tema que conmovió sin excepción a los 53 mil que en completo silencio escucharon cómo Paul le dedicaba de corazón un espacio de su show a su partner musical. También hubo espacio para George Harrison, en la interpretación de “Something” con ukelele, para dar un tributo al amigo que él mismo llevó al grupo.
Enumerar los temas que siguieron será un suplicio para quienes no fueron, sólo basta decir que el viejo Paul se despachó un show a la altura de lo que todos esperábamos, un gigante de la música interpretando los temas de su ex banda, que resulta ser la más importante banda de rock de la historia.