La relación de la mente sobre el cuerpo es más fuerte de lo que uno piensa. Las enfermedades físicas influyen en nuestro estado de ánimo, y, aunque usted no lo crea, el miedo, la preocupación u otros problemas, provocan síntomas físicos. A esto, los doctores le llaman “enfermedades psicosomáticas” o "somatizar". Lo que en términos generales se entiende como una persona que presenta síntomas físicos y tras un examen médico, estos no pueden ser explicados científicamente.
Cuando cumplí ocho años, mi mamá celebró mi cumpleaños y llenó la casa de cosas ricas. Comí torta, papas fritas, helado, etc. Al irse mis amigos, mis papás ordenaron, limpiaron el living y me acostaron. Después, se fueron a ver televisión a su pieza. Al rato me levanté al baño y de vuelta me quedé escondida en su puerta mirando la película que ellos estaban viendo, “La profecía”. Al otro día amanecí enferma. Vomité toda la noche y no pude ir al colegio.
Mis papás pensaron que había comido mucha tontera y me llevaron al doctor. Me hicieron exámenes y no encontraron nada. Sin embargo, los síntomas persistían. Fiebre y vómitos. Algo inexplicable para nosotros, pero razonable para el médico, quien sabiamente me preguntó qué había hecho la noche anterior. Le conté del cumpleaños, los amigos, la torta y la película. ¿Qué película viste? me insistió y yo, rápidamente confesé. A los pocos minutos una psicóloga infantil les explicaba a mis papás la importancia de no dejar ver cosas violentas a los niños, porque sus mentes pequeñas e imaginativas muchas veces no les permiten distinguir la realidad de la ficción. Lo que los lleva, en algunas ocasiones, a enfermarse del susto.
Por lo tanto, en ciertas oportunidades, la enfermedad física es el resultado de un desequilibrio emocional. Es decir, cuando la relación mente-cuerpo se ve alterada con emociones poco placenteras, sentimientos negativos, modificaciones del ciclo vital o situaciones de alto impacto emocional, las cuales producen estrés, que puede representarse en síntomas o enfermedades físicas. Herpes, gases, colon irritable, etc; va a depender de cada persona.
Muchas veces hay algo en nuestras vidas que crea malestar o ansiedad. No necesariamente se debe tratar de un trauma infantil o algo terrible, simplemente, hay ocasiones en que las cosas nos superan y no sabemos cómo hacerle frente o bien; llevamos un ritmo de vida demasiado acelerado y nuestro cuerpo termina resintiéndose.
Como bien decía Boris Cyrulnik, “todas nuestras emociones se inscriben al nivel del cuerpo”.