No tengo ni un brillo. Soy una mina muy normal, súper piola y livianita –modestia aparte-. Pero, por extrañas razones que desconozco, soy un imán de minas odiosas. Tengo el don de que mujeres de mala espina me odien y me tiren caca. De un tiempo a esta parte me harté de hacerme la lesa con el tema. Hoy me aprovecharé de mi tribuna y voy a denunciar a estas peucas.
La primera bitch que me odió en la vida fue la segunda esposa de mi papá. Esta mujer inmadura nunca entendió que yo y mi mamá éramos personas distintas, entonces canalizó todos sus celos hacia mí. Si yo llamaba por teléfono a mi papá, esta señora inventaba que él andaba en la playa o en la nieve y no me podía atender. Entonces yo sufría porque pensaba que mi papá no estaba ni ahí conmigo.
Con el tiempo, caché que en realidad la tipa estaba media tocadita y empecé a saltarme el conducto regular para ver a mi viejo. Ahora, más adulta, son muy pocas las instancias en las que me la topo. Menos mal.
La segunda bitch que se cruzó en mi camino es una compañera de la U. Polola de un amigo, la arpía le pidió que me borrara de Facebook, no le da permiso para ir a mi casa y me ha dicho en mi cara que soy fea, flaite y fome. Demasiado mala onda. Llega un punto en que una pierde la compostura y tira caca de vuelta. Éste es el caso y esta mina se ha vuelto mi archienemiga oficial. Maldita.
Otra bitch también salió de la U. En algún momento, con mi pololo salíamos de a cuatro, con unos amigos pololos. Era bacán, pero de un día para otro no nos vimos más y la mina me borró de Facebook. La busqué ene para saber qué onda, pero nunca me pescó. Para peor, como vivimos relativamente cerca, siempre me la topo y nos hacemos la desconocida. Ultra pendejas.
Quisiera no hacerme más mala sangre por minas negativas como éstas, pero en el fondo me da lata. Obvio que es penca que la señora de tu papá te odie, la polola de tu amigo no te quiera y una persona que pensaste que era tu amiga te quite el habla. En un mea culpa profundo, pienso que quizá he evadido la pregunta precisa... ¿seré yo, señor?