Ya hemos hablado de lo terrible que es despertar con caña moral; y sí, este tipo de vergüenza la puede desencadenar un millón de actos que realizamos cuando nos pasamos de copas…pero, sin lugar a dudas, uno de los peores es llamar al ex y rogarle porque vuelva.
Típico, despertamos temprano, porque la sed que tenemos no nos deja dormir tranquilas. Después de unos segundos viene el deja vu: “noooooo, mentira que lo llamé”. En el acto agarramos el celular, empezamos a revisar las últimas llamadas y BOOM, ahí está, 5 minutos de conversación, de los cuales con suerte recordamos 3 segundos…y lo único que queremos es en ese instante es que de una vez por todas existan las máquinas del tiempo.
Asumámoslo, es patético. Además es común que la llamada venga acompañada con ese llanto escandaloso, casi como si nos acabaran de avisar que perdimos a toda nuestra familia para siempre. Sin embargo, a fin de cuentas, lo único que hemos perdido, es la dignidad.
¿A quién no le ha pasado?