Cuando decidí terminar con mi ex, él insistió en que pasara el tiempo que pasara, íbamos a volver a estar juntos ya que según él ese era nuestro destino. Obviamente lo tomé como una de esas cosas que se dicen en el momento de la ruptura, como una forma de dar vuelta atrás algo que -al menos para mí- ya se había acabado.
Una vez cada tanto él volvía a aparecer para desearme feliz cumpleaños o a “saludar” con cualquier tipo de excusas que nunca se las compré. Aún así, decidí que lo mejor era no devolver sus llamadas ni responder sus correos. No había forma de ser amigos cuando él aún seguía “enganchado” y yo había decidido seguir adelante.
El tiempo pasó, me mudé de país y comencé una nueva vida en la cual él claramente ya no formaba parte. Hasta que... reapareció en mi bandeja de entrada.
Esta vez parecía dispuesto a todo, incluso a tomarse un avión, cruzar la cordillera y pararse en la puerta de mi casa de un momento para el otro, con un pasaje a mi nombre, listo para que regrese con él tal como en una película de Hollywood. De hecho, sus mails dejaron de ser meras propuestas y se convirtieron en realidad. Así no más, sin que me lo imaginara, lo tenía frente a frente con una enorme sonrisa y un ramo de flores (!).
Obvio que es un gesto muy bonito, romántico pero también apabullante si tienes en claro que esa relación ya forma parte de tu pasado y que es una historia ultra superada. Muy distinto habría sido si aún siguiera enamorada de él y efectivamente pensara que es el amor de mi vida. ¿Cómo hacerle entender entonces que sus planes no son los mismos que los míos y que nuestros caminos ya se trazaron de formas muy distintas?. ¿Cómo le digo que de acá no me muevo, que se tome el avión de regreso y que por favor lo supere?