Llega el verano y necesitamos usar menos ropa para capear el calor. Además, es temporada de playa y piscina. Es decir, temporada de traje de baño. Y mientras la publicidad muestra perfectas mujeres delgadas, de pechos firmes y vientre plano, nosotras sufrimos con nuestro rollito de cadera.
Sucede que la publicidad moderna ha levantado demasiado el imaginario de belleza basado en modelos como Heidi Klum (54 kilos, 1.75 mts). Si no lucimos como ella, estamos lejos de lo que comúnmente se considera sexy. De hecho, una encuesta realizada por la Revista Reader’s Digest arrojó que el 80% de las mujeres se sentía más bonita cuando alguna vez fue más flaca.
¿Realmente necesitamos ser más flacas? ¿Los hombres nos prefieren así? ¿Ustedes sólo aceptarían a un Brad Pitt para tener alguna relación? En la vida real, la mayoría de la gente estamos bien lejos de parecer modelos y aún así tenemos aventuras y parejas. Sucede que nuestra vida sexual depende de muchos otros factores.
Un estudio de la Universidad de Duke mostró que un grupo de personas con obesidad mejoró su vida sexual cuando perdió un 10% de su peso. No quedaron súper flacos, pero al bajar kilos aumentó su seguridad y mejoró su condición física. El mismo estudio afirmó que muchas veces la presión social hace que las “gorditas” tengan el autoestima bajo y sean más inseguras, actitud que espanta a cualquier pretendiente.
De ahí que el estudio considerara la actitud y personalidad de las personas. Independiente de su peso, una mujer con seguridad y confianza en su sensualidad y atributos personales tendrá más posibilidades de éxito en una conquista que una chica insegura. En general, una persona segura de sí misma tendrá más éxito en lo que emprenda.
¿Conclusión? Totalmente falso, no hay que tener un cuerpo perfecto, delgado y tipo Hollywood para ser sexy. Peso y sensualidad no están condicionados. La actitud, autoestima y certeza de nuestra belleza natural sí son importantes. Para ser bellas, sólo hay que sentirse seguras.