Cada mañana trato de hacer el trayecto a la oficina agradable, para así empezar bien el día: feliz y sin cansancio. Es por eso que agarro mi iPod, ponga música que me haga sonreír y camino por la calle con libertad, sintiendo el viento en mi pelo y el solcito en mi rostro.
Pero esta semana, los tacos me jugaron una mala pasada. Iba caminando feliz, cuando bajando una escalera me fui a piso. No fue como cuando se te va el taco para el lado y alcanzas a recuperar el equilibrio. NADA! Me caí en pleno Apoquindo con todo!
Varias personas se quedaron un rato mirándome para ver si estaba bien; incluso un tipo me estiró la mano para pararme. Plancha!!! Y yo, toda indefensa acepté su proposición. Una vez que me paré sentí el verdadero dolor, ni siquiera me dieron ganas de reírme. Quería llorar!
Tenía los dedos del pie sangrando y la rodilla pelada. Noooo, si no exagero cuando digo que me fui al piso con cuaaatica! De hecho, todavía me duele apoyar mis deditos heridos.
En todo caso, ¿quién no se ha caído con tacos en la calle?