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Un día en la mañana mirando a mi papá que ya estaba listo para irse al trabajo y yo todavía ni me vestía, me di cuenta lo poco que se demoran los hombres en vestirse, arreglarse y peinarse. Casi en un dos por tres están listos. En cambio nosotras, tenemos que hacer miles de cosas antes de salir. Para empezar, el baño: No sólo se trata de que tenemos que bañarnos todos los días como rutina, sino que además, lavarnos el pelo, lo que significa todo un ritual, por lo menos para mí que lo tengo largo y requiere de tiempo.
Después del baño viene el secado de pelo. ¡Qué lata más grande! Si hay una cosa que me carga es secarme el pelo, además que en esta época de calor es bastante odioso.
Luego de eso, nos "encremamos", lo que también requiere de tiempo.
Y para que no nos veamos con la cara como si recién nos viniéramos levantando, hay que maquillarse. Sombra, máscara de pestañas y varias otras cosas para vernos totalmente radiantes en la mañana.
Ahora viene lo peor de todo, elegir algo para vestirse. A mí me cuesta un mundo quedar conforme con la ropa que me pongo, combino miles de cosas hasta que algo finalmente me convence, por lo general, lo primero que me puse. En esta etapa viene la frase que muchas de nosotras hemos dicho alguna vez: ¡No tengo qué ponerme! Y resulta que el clóset está lleno de ropa. Pero es que a veces no depende de la cantidad de prendas, sino que nos hacen falta cosas que combinen bien con otras, o unos pantalones que nos queden mejor.
Me imagino lo complicado que debe ser si más encima tenemos hijos. En que estén listos para ir al colegio, el desayuno y que lleven todas sus cosas, el tiempo sigue avanzando.
Después de todo esto, recién podemos salir de la casa y más encima un poco atrasadas, porque con todo lo que nos demoramos ya se nos fue el tiempo.
¿Se dan cuenta todo lo que hacemos antes de salir? Y lo hombres como si nada, poco menos que se levantan y están listos. Qué injusto!