Para muchos, la noche de año nuevo es mágica. Es como un renacer, un gran borrón y cuenta nueva. Por eso, para partir bien el nuevo año, mucha gente practica diferentes rituales para asegurarse de que el año que viene sea mejor que el que pasó: comen lentejas, se ponen calzones amarillos, salen a dar la vuelta a la manzana con una maleta o barren la casa. La verdad, yo no hago ninguno de esos ritos, tengo uno propio que nunca me falla.
No es nada del otro mundo, no le prendo velas a nadie, no es nada místico ni esotérico. Sólo necesito un papel y un lápiz. Tampoco es una cábala, cábala, sino más bien una guía para el año siguiente.
Lo que hago es anotar en una hoja todas las cosas que quiero que pasen en el año que empieza. No son objetivos, más bien son deseos. Pero piola, no escribo "quiero ganarme el Loto y viajar gratis por Europa para conocer a Matthew Lewis". No po. El año pasado anoté "quiero terminar bien la Universidad, encontrar trabajo pronto e irme a vivir sola". Deseos que sé que cumplí y puedo estar satisfecha por ello.
Después de anotar, guardo el papelito todo el año, lo abro sólo a la media noche del 31, cuando se convierte en uno de enero.
¿Por qué sí funciona? Porque la idea principal es ser medianamente realistas, escribir objetivos que podremos conseguir en un año. Al final, se trata de un ritual en el que te sorprendes a ti misma, porque un año después cuando lees que cada anotación se convirtió en logro, te pones demasiado feliz de que empiece otro año.
En serio, chicas, es la cábala que sí funciona, porque no hay trucos de por medio, sólo trabajo y perseverancia. Las invito a intentarlo y mucha suerte a todas en su lista de proyectos 2012.