Siempre estoy tratando de cuidarme. De no comer muchas grasas, de no mezclar las proteínas con los carbohidratos, de comer muchas ensaladas, además de revisar cuidadosamente la información nutricional de cada producto, antes de decidir si lo compro o no.
Pero, lamentablemente el fin de semana, después de tomar unos cuantos tragos, se me olvida por completo todo lo que he sufrido en la semana para no subir de peso; y qué hago? Bajonear.
Si bien, el bajón es un placer en ese momento –entre las 5 y las 7 de la mañana- en que llevamos más de 8 horas sin ingerir alimento y sentimos la guata más que vacía; al día siguiente el arrepentimiento es extremo. Porque para qué andamos con cosas…jamás en la vida vamos a bajonear un yogurt con cereales, buscamos grasas, pan, frituras.
La verdad es que yo paso por etapas. Hay veces en que aunque muera de hambre, lo pienso dos veces antes de pasar a comprarme algo. Comer a esa hora para después irse a acostar, es uno de los peores hábitos alimenticios; y a la larga, lo que puede perjudicar nuestro peso.
Pero, también he tenido mis etapas donde el bajón se ha transformado en mi BFF y he llegado a mi casa después del carrete a asaltar el refrigerador.
Por suerte, no es algo que haga muy periódicamente, si no, entre las calorías de las piscolas y el mítico bajón de McDonalds, sería una vaca.
¿Tú eres amiga del bajón?