Si hay algo que valoro en una persona es la originalidad, y entre andar igual que el resto prefiero tener un estilo propio. Encuentro que no hay nada más genial que destacarse por lo que uno es, sin explicarle al mundo el por qué del aspecto que llevas o tus gustos musicales, etc. Para eso existe la diversidad, y aunque esta se clasifica en grupos, cada persona puede ser diferente dentro de un espacio en el que se comparten parecidas inclinaciones.
Sin embargo, mis creencias respecto a la originalidad no son compartidas por todo el mundo, pues existen personas que hacen de todo para parecerse a otras, al grado de casi cambiar gestualidades propias por las de alguien que en algunos casos, es un desconocido. Y chic@s, se nota cuando haces algo de forma forzada. Ahí es cuando según mi opinión se pierde la esencia. Es que tratar de ser como el de al lado debe ser desgastante, y la verdad antes prefiero hacerlo subiendo un cerro que preocuparme por ahorrar las lucas para comprarme la misma blusa que mi amiga Jacinta la semana pasada. ¿Cuál es la idea de ser una más del montón?
Una vez me pasó, tenía una amiga muy cercana con la que prácticamente nos mimetizábamos, bueno después de pasar tanto tiempo juntas es obvio que algunas cosas de la otra iban a quedar en mi forma cotidiana de actuar pero siempre fui yo, a medida que crecíamos, esta amiga, comenzó a comprarse los mismos zapatos que yo, en el mismo lugar, a utilizar afanosamente cosas que yo ya tenía de antes. La verdad es que la situación me aburría y no encontraba la manera de decirle que estaba bueno que comenzara a hacer optar por sus gustos y no los míos ni los de nadie. A veces ella estaba en el mall y me llamaba para preguntarme qué opinaba de una prenda que se quería comprar, o sea, la verdad para mí, si a mi amiga le gusta que la compre, no tiene por qué preguntarme eso, si la que la usará será ella y no yo, puedo darle una opinión o sugerencia pero más allá de eso la decisión final siempre debe ser de ella. En fin, la gota que rebalsó el vaso fue cuando repetidas veces me pedía ropa prestada y verla con ella puesta era verme a mí pero con el pelo más corto, hasta que un día le dije lo que me incomodaba y sorprendentemente no se enojó, de hecho me dio la razón.
A veces pienso que las personas que "copian" lo hacen porque no encuentran en sí mismas la respuesta de lo que a ellas las destaca, puede ser envidia, descontento con el cuerpo, falta de autoestima, en fin, un mar de cosas. Dicen por ahí que "el pasto del vecino siempre es más verde". Igualmente caen en la falta de originalidad que al principio les contaba, no me agrada. Yo de esto tuve dos enseñanzas, si tienes una amiga que quiere ser como tú, siéntete bien contigo pero siempre conversa las cosas con ella de principio, y la segunda es que sostengo mi posición, prefiero que me miren por distinta a que piensen que no tengo sentido personal de mis preferencias.
¿Y tú, qué opinas?