Motivos para votar o no hay muchos, dependiendo, en primer lugar, de la persona, de su educación, entorno, cultura y un sinfín de otros factores.
Los míos, por mencionar algunos, son el no creer en el sistema democrático actual basado en la representatividad y el añejo sistema binominal, que por más que han intentado dejar en el pasado, sigue rigiendo los resultados de las elecciones.
De hecho, ha sido tanta la deserción electoral que desde el año pasado todos automáticamente pasamos a estar inscritos en los registros electorales para el inicio del llamado “voto voluntario”, que consiste en poder votar cuando uno quiera, sin ser sancionado por no hacerlo. El objetivo; cooptar a los jóvenes no inscritos para que cuando se sientan representados por algún candidato, presidencial o parlamentario, voten sin le necesidad de hacer el trámite de inscripción.
Sin embargo, el voto voluntario no cumplió las expectativas de los parlamentarios y el índice de no votantes aumentó considerablemente en las últimas elecciones municipales.
La política está en crisis y queda demostrado tanto en cifras como en opiniones, que no se alejan de desacreditar y deslegitimar a la clase política de nuestro país. Digo clase porque no hay partido ni sector que se salve de las críticas.
Desde hace ya un par de años que las masivas movilizaciones -por la pastilla del día después, Hidroaysén, la termoeléctrica en Punta de Choros, la carestía de la vida en Punta Arenas, las plantas de Supercerdo en Freirina, la educación, entre otras- han demostrado que son muchos quienes creen que es necesario una forma de participación directa en las decisiones que nos afectan a todos los que habitamos la angosta y larga franja de tierra. Conceptos como asamblea constituyente, empoderamiento, plebiscito, organización de bases, movilización y ser “ciudadano”, siguen haciendo ruido hasta el día de hoy con el fin de impulsar un modelo que nos incluya, que realmente nos represente y que nos permita decidir sobre nuestras vidas y medio ambiente.
Sin duda que las próximas elecciones presidenciales son claves en cómo se va a seguir desarrollando esta crisis que afecta a la clase política en su conjunto y este movimiento social que se sigue desarrollando, inquieto, propositivo y en búsqueda de una nueva forma de “hacer política”.