Si hay algo que admiro de mi papá es la sencillez. Es de esos tipos tranquilos, que aman la vida simple y no necesitan demasiado para ser felices, que no es lo mismo que conformarse con poco. Significa mas bien, disfrutar la vida como viene, no hacerse problema por pequeñeces y valorar los detallitos agradables de la cotidianeidad. Como llegar a la casa después de la pega y sentarse a tocar la guitarra por horas, dormir siesta en invierno, escuchar la música fuerte, o comerse un pastel de choclo de los que hace mi abuela.
Mi papá es bueno. Tan bueno que se lo han cagado más de una vez de lo bueno que es. Mi papá es generoso, no le importó vender su teclado, hermoso, café y gigante, para pagarme la universidad cuando no tuvo plata. Mi papá siempre está, incluso cuando mi mamá no estuvo más. Mi papá cocina increíble, y cada vez que voy a verlo a Rancagua (la ciudad donde ahora vive), me espera con asados, estofado, legumbres o cosas caseras que sabe que no me cocinaré para que me traiga a Santiago. Mi papá es buena onda, le caen bien todos nuestros amigos y le encanta que los invitemos a la casa. Mi papá es relajado y nunca me puso mala cara cuando amanecí con caña, al contrario, hasta me llevaba almuerzo a la cama si se lo pedía con carita de gato. Mi papá cariñoso, es simpático, inteligente y talentoso. Mi papá es lo MÁXIMO y se merece lo mejor, el mejor día, el mejor año y la mejor vida.
¡Feliz Día Papá!