El invierno y el verano tienen sus propios defensores y detractores. Muchos dicen que prefieren el frío antes de tener que estar muriéndose de calor. Además, los días lluviosos y las hojas secas adornando las veredas parecieran tener su propia mística y glamour. Pero sincerando posiciones, me declaro totalmente tropical. Me carga el frío, la lluvia y que se oscurezca temprano. Prefiero tener que improvisar un abanico para amortiguar el calor, que andar esquivando pozas de agua. Me gusta que todos se vistan de colores chillones en vez de andar uniformados con abrigos negros o grises. ¿Pero qué pasa cuando el clima determina algo más que una simple preferencia por una u otra estación? El Trastorno Afectivo Estacional (TAE) es un síndrome caracterizado por un estado depresivo y que se relaciona directamente con una estación del año. Generalmente se produce a partir del otoño-invierno, aunque hay quienes la padecen durante la primavera-verano. Tristeza, irritabilidad, aumento del apetito, ganas de comer hidratos de carbono y somnolencia, son algunos de los síntomas.
¿Por qué sería tan determinante la luz del sol en nuestro estado de ánimo? Con la llegada de la noche, nuestro cuerpo produce melatonina, una hormona que hace que sintamos más sueño, preparándonos para dormir. Con la presencia de luz brillante, esta hormona se deja de producir y nos ayuda a despertar. Es decir, la producción de melatonina aumenta con la oscuridad.
Pero por otro lado existe la serotonina, un neurotransmisor relacionado directamente con el equilibrio en nuestro estado de ánimo y apetito. Y su producción justamente aumenta con la exposición al sol. Así, con menos horas de luz, y por ende, con menores niveles de serotonina, se puede explicar por qué la tristeza puede invadirnos durante esta temporada. No por nada a esta sustancia también se le conoce como la hormona de la felicidad o del placer.
Si la biología no es lo tuyo, toda esta explicación se pude resumir en términos bien simples: a partir del otoño la luz solar diminuye, lo cual influye directamente en la producción de serotonina, la cual nos genera bienestar y controla nuestro apetito. Paralelamente, mientras la sustancia anterior disminuye, aumenta la melatonina, volviéndonos más somnolientos.
¿Y qué se puede hacer frente a este panorama? Primero, es importante que identifiques si realmente padeces de este trastorno, conocido también, irónicamente, como “SAD” por sus siglas en inglés (Seasonal affective disorder) Ya sea por el invierno o la vida, la depresión es una cosa seria que necesita tratamiento y es bueno que recurras a un experto. Incluso, para tratar el TAE se recomienda una simple pero especial y mágica lámpara, que te permite engañar al cerebro con la irradiación de una luz que imita a la solar.
Pero si lo tuyo es algo menos serio, hay varias simples conductas que te pueden ayudar a sobrellevar los tres meses que todavía faltan para que llegue la primavera. Por ejemplo, una buena idea es tomar un “baño de sol” (helioterapia) durante las horas menos peligrosas por la radiación. También hay algunos alimentos, como el plátano y el chocolate, que contribuyen a nuestro bienestar. Por último, puede ser hasta una cosa de actitud. Si vas a encerrarte en la casa escuchando canciones depresivas, así cualquier se pone triste. Mejor aprovechar las pocas, pero beneficiosa horas de luz solar que tenemos durante estos días. Por otro lado, puedes empezar a cambiar las canciones en tu reproductor de música. ¿Has probado con la salsa, la samba o – por qué no- el axé? No hace falta ningún estudio para darnos cuenta cómo la música nos puede alegrar el día. Con un poco de esfuerzo, el verano puede vivir adentro nuestro hasta en los días más helados.
¿Y a ti qué te pasa con el invierno?