A quién no le ha pasado. Nos invitan a un cumpleaños o se acerca el “Día de X”, y por más que lo tengamos presente, se nos olvida por completo comprar el regalo. O mejor dicho, nos acordamos a última hora. Cuando algo así ocurre, con algo de creatividad, podemos salvarla y esa persona especial jamás notará nuestro descuido. Entonces, ¿qué hacer?
Primero, hay que considerar el presupuesto. Si la billetera anda generosa y andamos cerca de algún lugar con hartas tiendas comerciales, es fácil pasar a ver algo que sirva. Pero ojo: tener plata para comprar un regalo a última hora, no implica necesariamente salir airosos del apuro. Para alguien que se acaba de ir a vivir solo, los regalos “útiles” (casi) siempre son bienvenidos. Pero llegar con una juguera o un set de portavasos al cumpleaños de una persona no muy hogareña y que aparentemente lo tiene todo, puede caer no sólo en la categoría de improvisado, sino ser simplemente “fome”.
Por eso hay que considerar la personalidad, gustos y necesidades del destinatario de nuestro regalo. Por ejemplo, si se trata de alguien que no se separa de su iPhone, basta con entrar a una tienda especializada o de tecnología. En cambio, para una amiga cuya rutina de belleza es digna de actriz de Hollywood, una crema para manos o algunos de esos set que prometen distintos milagrosos efectos por cada envase, nunca están de más y además así permites que se ahorre algunos pesos en el supermercado.
Pero si la economía no anda bien, un presupuesto bajo no siempre es un limitante, sino que puede resultar todo un desafío para nuestra creatividad. Lo mismo que el tiempo. Cremas, accesorios para celulares o un regalo estiloso, escapan de nuestras posibilidades cuando ya no alcanzamos a salir a comprar.
En este último caso, si tienes facilidad con las manualidades, las posibilidades de hacer algo original son enormes. Basta con agarrar las tijeras y el pegamento, y fabricar alguna tarjeta. Las fotos especiales siempre salvan y, gracias al espíritu de Art Attack, puedes confeccionarle algún marco creativo, sin grandes esfuerzos de producción.
Ahora bien, a falta de habilidades plásticas, todavía nos queda el humor. Si se trata de un buen amigo a quien le dará lo mismo si se da cuenta que no tuvimos tiempo para comprar un regalo, bastará con una tarjeta o nota (aquí sí que importa la dedicación, aunque sea a último minuto) que diga “Vale por…”. Una invitación a comer, algún paseo durante el próximo fin de semana o lo que se te ocurra. Por último, con un poco de talento con la pluma y algo de sensibilidad, una carta escrita a mano hablando de algo alentador y cariñoso, también puede salvarnos con dignidad. Como sea, es mejor que comprarle flores en el semáforo.