¿Te pasa que relacionas el frío inmediatamente con comida cálida y reconfortante, como sopaipillas, chocolate caliente o sopas y cremas? A mí sí, y no somos las únicas. En invierno nos da más hambre, y está científicamente comprobado.
En días helados, quedarse en casa al lado de la estufa comiendo algo rico suena mucho más tentador que salir a congelarse. O peor aún, a mojarse con la lluvia. Por lo menos para mi, una tarde de invierno se vuelve aún mejor si tengo un tazón con chocolate o café caliente, con alguna masita dulce y compañía agradable.
Y es que el frío y la oscuridad del invierno no solo cambia nuestras tenidas y costumbres al salir de la casa, sino que también nuestra alimentación. No es un mito: los chilenos subimos entre tres a cuatro kilos durante el invierno. Y no es porque nuestro cuerpo lo pida, ya que no necesitamos consumir más calorías que en otras estaciones.
Entonces, ¿por qué tenemos más hambre en invierno?. Hay distintas razones que nos hacen creer que necesitamos más comida. Y no exactamente frutas o verduras.
El hecho que el invierno sea más oscuro es absolutamente determinante, sobre todo para quienes padecen Trastorno Afectivo Estacional. En esta estación se generan cambios conductuales a causa de la ausencia de luz, que hace que se deje de producir serotonina, que otorga placer y sensación de bienestar. Por eso, la persona tiende a buscar alimentos que intervienen en la síntesis de este neurotransmisor, como los hidratos de carbono, azúcares y las grasas.
Otra razón es que tenemos una costumbre de asociar los alimentos son situaciones sociales. Por ejemplo, en un matrimonio hay que comer mucho y de todo, no podemos ver películas en el cine sin un balde enorme de cabritas, o algunos que tienen como ley obligatoria ver un partido al lado de la parrilla. Muchas no aguantamos el invierno sin sopaipillas pasadas, calzones rotos, cazuelas o capuccinos gigantes.
Además, en invierno engordamos porque nos movemos menos; somos más sedentarios y comemos menos frutas y verduras, que están muy heladas para estos días fríos. Sin embargo, hay formas de llegar a la primavera sin haber subido un gramo.
Prepara sopas y guisos de verduras, legumbres y comidas chilenas como cazuela y carbonada; alimentos calientes, reconfortantes y saludables. Las manzanas asadas son también una muy buena opción para no dejar las frutas. Y, si no puedes separarte de tus alimentos invernales favoritos, quédate con las opciones más sanas: lácteos descremados y endulzante, masas integrales, alimentos horneados en vez de fritos y chocolate con alto contenido de cacao.
Haz ejercicio. Aunque es más tentador quedarse en la cama, si estás activa no pasarás frío. Si no eres fanática del deporte, una caminata por el mall resuelve el problema.