Método No-Poo: lavarse el pelo sin shampoo

Debo ser sincera, jamás se me había pasado por la cabeza (valga la redundancia de ideas) dejar de usar shampoo, ¡menos aún renunciar a mi querido acondicionador para rulos! Pero resulta que en la red han aparecido muchos casos de personas que han abandonado los químicos dejando paso a la naturalidad de la grasa capilar.

Así es, pura agüita que limpia. De hecho, una de las últimas estrellas en reconocer esta práctica fue Adele, la que se destaca por voluminosos y elaborados peinados; reconoció que estuvo dos meses sin shampoo, al igual que Julia Robert y Jessica Simpson.

El punto es el siguiente, lo que usamos para lavarnos la cabeza es un tipo de detergente que elimina la suciedad y grasitud, es decir, se lleva los aceites naturales que humectan nuestro pelo. Por lo tanto, es una solución química que nos sirve para andar limpiecitas artificialmente (incluso podría ser el culpable de la molestosa caspa).

Ahora lo importante es que si queremos cambiar de hábito, sería bueno pasar por un proceso de transición: eliminar poco a poco el shampoo o reemplazarlo por acondicionador, ya que nuestro pelo está acostumbrado a lo artificial y le costará entender nuevamente que debe humectarse de manera natural (de hecho, dicen que al principio puede que se vea feo y medio sucio el pelo, pero en un par de meses todo mejora).

Otra manera de hacer el cambio es lavarnos con bicarbonato de sodio y vinagre de manzana. Súper natural y económico.

No está demás darles el consejo que me dijo una tía muy querida: antiguamente algunas personas se lavaban el pelo con quillay, una planta que al echarle agua caliente genera una espumita jabonosa que les limpiaba el pelo a la perfección y les dejaba hasta rico olor.

Acá les dejamos la historia de una mujer que durante dos años usó la mezcla de bicarbonato y vinagre, y su pelo luce mejor que nunca. Se dio cuenta que los químicos son dañinos para el pelo y el cuerpo, y decidió unirse al método “No-Poo” que ya lleva algún tiempo tomando adeptos.

Y tú ¿te atreves a dejar el shampoo y comenzar la transición?