Siempre supe que las fiestas patrias son mi festejo favorito en todo el año, pero la verdad es que nunca había analizado la razón de esto.
Y es que septiembre me huele a asado, pero no cualquiera, sino que ese que tiene aroma de asado en familia y con amigos. Septiembre suena a cuecas, tonadas y una dosis extra de Violeta Parra y Víctor Jara; y sabe a empanadas y anticuchos, de esos rellenitos de chistes, payas y guitarreo.
Pero lo que más me gusta es ver cómo el folclore inunda todo el país. Mirar esos pañuelos moverse al son del baile nacional, me llena. Y es que desde chica me gustó la cueca, además de descubrir que a través de la danza se puede aprender mucho de nuestra cultura, de nuestra raíz mestiza. Porque no hay cosa más linda de que existan tantas formas de bailarla como personas que quieran zapatear al son del tiqui tiqui ti.
Me encanta ver a las familias reunidas en torno a este festejo, porque este feriado no sólo significa dejar de ir a trabajar o estudiar, significa tener un poco más de tiempo para conectarse con lo nuestro y disfrutarlo en conjunto. Y aunque sea una vez al año, no deja de ser lindo.
El 18 es una fecha especial por donde se la mire, y lo mejor es que cada uno de nosotros la puede celebrar a su manera. Patriotas o no patriotas es un minuto para compartir, para reír, para bailar y festejar. Festejar que nos une una bandera, que nos abraza una cordillera, que nos anima el compás de la cueca, que nos calma la sed un “terremoto” y nos pone contentos una empanada.
Porque en esta fiesta no importa quién tiene más o menos, simplemente festejamos. Nos tomamos unos días para pasarlo chancho, y despedimos el invierno para dar paso a las flores de la primavera que nos entrega más calorcito y sonrisas.
Hoy que estoy lejos de Chile, más me gusta festejar el 18. Escuchar una cueca tiene un tinte diferente, y mover el pañuelo hace que se ponga la piel de gallina. Ni hablar de la emoción que provoca escuchar a la Violeta o al Víctor. La empanada sabe diferente y se siente el calor del hogar que dejé momentáneamente en cada traguito de navegao’. Y es que no se trata de ser patriota, sino que simplemente la sangre y la cultura tiran. Y eso merece festejo. Eso merece alegría.
¡Felices fiestas patrias, chiquillas! ¡A disfrutar de estos días de celebración!