Aun con veinticinco años sigo tiñiéndome el pelo de colores, o sea las puntas, lo que me ha provocado mucho daño por las constantes decoloraciones que a la larga te queman por completo el pelo y lo hacen parecer de muñeca, sin vida, movilidad ni brillo.
Algunas cremas para peinar fueron mis aliadas hasta que hace muy poco mi mamá me comenzó a hablar del aceite de argán, “único y milagroso”. La verdad es que en un principio no le presté mucha atención pero luego de enterarme que una amiga, la cual tenía el pelo en peores condiciones que yo, lo usaba con muy buenos resultados decidí intentarlo. Y debo decir que mi pelo cambió, gozando hoy de mayor movilidad, brillo y suavidad.
Este mágico aceite denominado “oro líquido”, que se obtiene de los frutos del árbol de argán endémico de Marruecos y que también se utiliza para la piel, se lanzó a la fama luego de que algunas famosas comenzaran a usarlo con muy buenos resultados.
El gran pero es que como sólo lo encontramos en el medio oriente puede resultar un tanto costoso. Sin embargo en la actualidad existen productos enriquecidos con aceite de argán mucho más accesibles.
En lo personal utilizo los productos de la marca Organix que se encuentran incluso en algunos supermercados, que no son muy costosos ($5.000 aprox) y que logran entregarme todos los beneficios del argán: vitamina E, carotenos, ácidos grasos Omega 3 y 6 y todo su poder humectante, antioxidante y restaurador.
Su composición ligera, compatible con el cabello y cuero cabelludo, hace posible que penetre fácilmente, sin dejarnos el pelo graso y sin obstruir los poros.
Si necesitas humectación, controlar el frizz o darle brillo y cuerpo a tu cabello el aceite de argán es una excelente opción.