Pienso que mi generación, esa que bordea los 25 – 27 años, se vio permeada a una serie de sucesos y modas que provocaron que seamos más relajados y rupturistas. No por nada la mayoría no tenemos drama con los hombres con pelo largo, aros o las mujeres con pelo corto, cosas que hasta la generación de nuestros padres aún daban que hablar (como el clásico joven que se le denominaba “marihuanero” sólo por vestir medio lana y hippie).
Pero lo del pelo y los aros es prácticamente cosa del pasado y hoy, en cambio, hablamos de pelos de colores de fantasía, tipo arcoiris –al menos en mi infancia a los únicos que veía con “californianos” era a los punkys-, de expansiones y tatuajes.
Sobre todo de tatuajes si consideramos que en Estados Unidos el 40% de la población tiene uno y creo que chile avanza a pasos agigantados a esa realidad. Sin ir más lejos al menos dentro de mi círculo de amigos la mayoría se ha “rayado” y lo siguen haciendo…
Porque esta práctica de origen euroasiático, que data hasta donde se sabe del siglo II D.C, es mucho más popular de lo que creemos y luego de haberme hecho mi primer tatuaje creo por completo que no hay primero sin segundo. Y no pasa por el fetiche del dolor ni por la moda “suicide girl”, al menos para mí, sino más bien con encontrarle el gustito a decorar tu cuerpo con imágenes y palabras que simbolizan algo y que de alguna u otra forma te reportan placer hasta por la estética.
Alguna vez escuché que un profesor de psicología planteaba esta necesidad de los jóvenes por apropiarnos de nuestros cuerpos ante una sociedad sumamente hostil, donde todo se consume y compra. Y creo que puede tener algo de razón.
Pero ¿y las pegas, los trabajos y los protocolos de selección? Ciertamente no porque existan más personas tatuadas existe más flexibilidad o tolerancia en los trabajos de mayor formalidad. Por eso es que si queremos tatuarnos sin cerrar puertas laborales es bueno pensar bien dónde hacerlo.
Aunque por más que sintamos que nuestro cuerpo es el único territorio que realmente nos pertenece es bueno darle más de una vuelta al si tatuarse o no, dónde, qué diseño y con quién porque es súper fome no sentirse contenta con algo que miraremos a diario, más allá de las posibilidades de borrarlo o de mejorarlo.
Y tú, ¿te has tatuado?
Nota: A diferencia de la connotación marginal que se le ha intentado dar a los tatuajes por los grupos de pandillas que los han utilizado, como los yakuza en Japón, antiguamente estuvieron relacionados con el status.
Foto vía commons.wikipedia