Hace tiempo he buscado cambiar mi look casi con desesperación. Mis cercanos me preguntan ¿para qué?, si no luzco mal como estoy. De acuerdo, pero aún así ¡quisiera cortar mi cabello! Coincide con que estoy pasando por un momento de reformular mi vida; luchar por lo que quiero. Hay nuevos desafíos y expectativas en el horizonte. Quiero salir del estancamiento. En este contexto es que la idea de un nuevo corte se ha vuelto una necesidad. He leído mucho respecto de cómo las mujeres exteriorizamos nuestros sentimientos – o el momento en que vivimos – a través del cabello. En las mismas teleseries, es un elemento semiótico: la actriz Lorena Bosch señaló en una entrevista que su personaje “Mariana” (Las Vegas) usaba un liso extremo, producto de su pensamiento estructurado, conservador y apegado a las normas. (No fue casual que, cuando la mayor de las hermanas Vega inició una relación con Vicho y siguió sus instintos, aparecieran coquetas ondas en su peinado). En tanto, la simpática “Fabiola” (Soltera otra vez) - también interpretada por Bosch -, lo lleva ondulado y leonino, consecuente con su personalidad apasionada, salvaje y extrovertida.
Ciertamente, muchos especialistas en el comportamiento humano han indagado en la relación que existe entre el estado anímico de la mujer y la presentación de su cabello. Hace tiempo, una amiga muy querida terminó una relación de cinco años, tras lo cual – de manera casi inmediata – cortó su pelo en forma drástica (mutilación, dirían los expertos). Aunque muchas tienden a hacer lo mismo ante un quiebre dramático (cambio de look radical y no siempre favorable), otras lo asumen como una nueva etapa, cambiando el corte o color, buscando renovarse y embellecerse. Expresar – de alguna forma – que su actitud frente a la vida es otra. Que ha nacido una nueva mujer.
Es verdad que un cambio de look nos hace sentir como nuevas. Yo misma cambié mi color de cabello varias veces, en la época en que estuve cesante. Lo oscurecía y aclaraba conforme a mi estado de ánimo, aunque de manera inconsciente. En una ocasión, hallé un trabajo excelente. ¡Sentí que allí podía echar raíces! (no fue así, pero en su momento lo creí) Entonces, cambié mi color por un dorado intenso, producto de que me sentía ¡luminosa! (Aunque, viendo mis fotos de aquellos años, espero no involucrar a mi pelo la próxima vez que me sienta así)
En definitiva, creo que – sin que nos demos cuenta siquiera – el cabello habla mucho sobre nosotras. Refiere a nuestra personalidad, a cómo nos sentimos y al momento que estamos viviendo. Es una radiografía del alma. Resulta increíble la forma en que nos comunicamos a través de nuestro cuerpo, y exteriorizamos todo cuanto nos pasa. Por eso, mi corte de pelo es una necesidad: representa mi nueva forma de enfrentar el mundo. Así es que ¡ojo a todos! Que cuando una mujer cambia el cabello – para bien o para mal – es porque algo lleva dentro. Y – la mayoría de las veces – se trata de fuerza renovada, del capullo para iniciar una etapa fantástica.
Foto CC Via LayoutSparks